Una matanza que conmueve a la nación americana
Por: Adriana García
Muy cerca del fin de año, una nueva masacre ha sacudido de nuevo a la Unión America. Un tiroteo en la escuela Primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, ocurrido el pasado viernes 14 de diciembre, ha causado una gran consternación no sólo entre las víctimas del perpetrado sino en diferentes sectores de la sociedad.
Este evento se suma a la larga lista de trágicos tiroteos suscitados en escuelas, donde las víctimas son indefensos estudiantes que se han encontrado en la hora y lugar equivocados. En esta ocasión, fueron 20 niños entre las edades de 6 y 7 años, así como 6 adultos, quienes resultaron muertos durante el incidente que fue ejecutado por un joven americano de 20 años de edad.
Adam Lanza, hijo de Nancy Lanza y Peter Lanza, contaba con un GPA de 3.26, calificaciones altas en materias como computación e historia americana y B en macroeconomía. De acuerdo con últimos datos, Lanza era un muchacho retraído, pero no violento, quien había asistido a la escuela hasta el 2009, última fecha en que se le registra algún tipo de actividad externa, ya que después de ese tiempo no existe ningún tipo de registro en cuanto a trabajo o actividad escolar.
Si bien la madre, quien también fue tiroteada en su hogar por su propio hijo, era maestra en la escuela primaria Sandy Hook, se desconoce hasta el momento los motivos que llevaron a Lanza a ejecutar el perpetrado en la escuela.
El primer ataque reconocido como masacre escolar en los Estados Unidos ocurrió en abril de 1891, cuando James Foster de 70 años de edad, disparó a un grupo de estudiantes indefensos en la escuela parroquial Mary en Newburgh, NY. A partir de entonces se cuentan diversos ataques que involucran armas y estudiantes.
Sin embargo, destacan como las peores matanzas masivas las ocurridas en el 2007, en la Universidad Politécnica de Virginia, donde fallecieron 33 personas 6 heridos y el de la Universidad de Austin Texas que causó la muerte de 16 personas y 31 heridos.
Más recientemente, en el 2012, el caso de la universidad privada de Oikos, al este de Oakland, California, donde un ex alumno de origen coreano disparó porque estaba enfadado contra una empleada y estudiantes que no lo trataban “con respeto”.
El incremento de estos tiroteos en diversas escuelas ha generado ansiedad en la población civil, así como cuestionamientos en torno a la similitud de algunos casos, sobretodo en torno al atacante quien generalmente resulta ser un agente aislado, sin antecedentes penales, con aparentes problemas de personalidad y de conducta, y sin ningún móvil específico.
Para algunos psicólogos, la exposición de las nuevas generaciones a la creciente violencia recreativa tanto en medios cibernéticos como en los medios de comunicación, sumada a problemas de conducta individuales, han favorecido este tipo de fenómenos.
Por su parte, psicólogos forenses que estudian el comportamiento criminal creen que este tipo de perpetradores que atacan las escuelas, se distinguen de criminales como pandilleros o traficantes de drogas, ya que tienden a percibirse como víctimas indefensas y comienzan a desarrollar comportamientos obsesivos dirigidos a querer matar aquellos que los intimidan y aunque en algún momento sí expresan su deseo de matar, muchas veces son simplemente ignorados.
Ante la indignación que esta masacre ha generado en la población, el presidente Barack Obama manifestó su apoyo a las víctimas del ataque y subrayó que estos eventos deben parar. Por su parte, el gobernador de Connecticut, Dannel Malloy manifestó su apoyo total a un mayor control de armas y señaló que Washington necesita trabajar en unanimidad a nivel federal, a fin de lograr una mayor restricción en las leyes sobre posesión de armas.
Sin duda, las masacres ocurridas en escuelas siempre se convierten en una pesadilla tanto para los estudiantes como para la sociedad en general y aunque estos eventos son raros y esporádicos, son extremadamente trágicos y siempre vienen acompañados de un sentimiento de ansiedad que pone en tela de juicio la seguridad de los lugares que deberían ser zonas libre de preocupación.