La soberbia mata
Por Maria Isabel Pérez
“La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de donde subió”
Francisco de Quevedo y Villegas
El diccionario de la real academia de la lengua española encontramos varias explicaciones respecto del significado de la palabra soberbia, pero me atengo a la que más interpretamos y usamos como que se refiere a una demostración de altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.
Algo así como un sentimiento de superioridad que lleva a suponer que nadie puede hacer las cosas mejor que uno mismo. O si se quiere mirarlo por el lado de sus antónimos, lo contrario a ser humildes. Y es que cada uno de nosotros en ciertos momentos de la vida pasamos por aquí.
Es decir, tenemos ese arranque de soberbia que nos impide ampliar nuestra propia perspectiva de las cosas y somos presas de nuestros propios engaños generados por el ego exagerado.
Las consecuencias de esa soberbia llegan tarde o temprano y de la manera que menos nos imaginamos. Las cosas y situaciones que creemos manejar de pronto se nos vienen en contra y no podemos sino resignarnos a que no somos todopoderosos ni indispensables, ni irreemplazables, ni insustituibles, ni eternos. Al final de cuentas somos simple mortales con los días contados, solo que no sabemos cuántos, ni de qué manera terminaran.
Pero me preguntará usted amable lector ¿A qué me refiero? Bueno, sencillamente veo desde la barrera lo que les está pasando a dos figuras de la política latinoamericana, que se han convertido en íconos por sus controvertidas, amadas u odiadas, pero nunca ignoradas manera de gobernar sus respectivos países.
Por estos días de verano, a todos tomó por sorpresa (y de seguro a él mismo), la súbita enfermedad del presidente venezolano Hugo Chávez Frías, y posterior operación y convalecencia en Cuba, lo que hizo suponer que algo raro estaba pasando. Los días transcurrieron en un silencio bien manejado por Caracas y La Habana, hasta que ya no se pudo ocultar más, y todo parece indicar que efectivamente ha sido un cáncer, el que ha postrado al comandante de la revolución bolivariana.
Las imágenes hablan por sí solas. Un Chávez flaco, demacrado y convaleciente, demuestra que no fue a Cuba, por una cirugía plástica, como muchos han querido suponer, sino que como él mismo lo ha ratificado a través de las cortas alocuciones a través de la televisión estatal, se trata de algo serio.
A tal punto es el estado de salud del mandatario que tuvo que cancelar la cumbre de países latinoamericanos prevista en la Isla Margarita y con motivo del bicentenario de independencia de su país, a cuyos actos igualmente se ha disculpado de asistir por su condición de salud, aun cuando voló desde Cuba a Caracas para “al menos” estar con su pueblo.
Una vez cumpla con este “compromiso” deberá retornar a Cuba para continuar con su tratamiento médico.
Lo anterior, demuestra que el señor Chávez, tiene un alto grado de esa soberbia de la que hablamos, porque desafiando las recomendaciones médicas que seguramente le han otorgado, dejó su cama de hospital para mostrarse en el balcón del palacio de Miraflores y así dar término a las especulaciones de la ausencia de presidente y de la necesidad de revisar el procedimiento previsto en la constitución para estos casos.
Me imagino que cuando le dijeron que la oposición estaba pensando en hacer cumplirla, sacó fuerzas de flaqueza, como buen soberbio y voló de inmediato a Caracas para evitar que alguien más gobierne o se aprovechen de su ausencia y le quiten su protagonismo.
Y es que Hugo Chávez ha desafiado a quienes se le han opuesto, siendo este su tercer mandato presidencial que comenzó en 1999 y que culmina en el 2013. Tal parece que le gusta mucho el poder o no encuentran en Venezuela alguien más o definitivamente es esa soberbia la que lo ha mantenido en la presidencia y hoy a pesar de su enfermedad quiere seguir sosteniendo.