Tres comentarios

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Por: María Isabel Pérez- Montreal Canadá

Después de unas largas y merecidas vacaciones, porque todos las merecemos, regreso a mis comentarios para mis amables lectores sobre lo que observo desde la barrera en este mundo cada día más complejo y parecido a un circo romano de la antigüedad.

De los aeropuertos
Una de las maneras de percibir un poco la realidad de un país es visitando sus aeropuertos y observar cómo se mueve su economía, cómo es la perspectiva que se tiene del mismo por parte del que sale y del que llega. Un aeropuerto es algo así como un microcosmos de una nación. Y a propósito de mis vacaciones me toco pasar por algunos en los cuales aprecie en que va el país al cual pertenecen.

Comienzo por el aeropuerto internacional Juan Santamaría de San José de Costa Rica. Es este un pequeño aeropuerto que sin embargo recibe miles de turistas sobre todo americanos, canadienses y europeos, por ser país con un estándar turístico destacable y por su tranquilidad y espíritu de progreso.

Cabe anotar que por mi distracción, perdí la conexión de mi siguiente vuelo y pase una noche en la ciudad y unas buenas horas en el aeropuerto, suficiente para darme cuenta cómo andan las cosas allá.

Costa Rica es un país agradable de gente muy amable y relajada, de hecho es uno de los pocos lugares en el mundo donde no existe ejercito y donde además cuenta con la Universidad de la Paz de las Naciones Unidas, que lo dice todo de su tradición pacifica.

Realmente en su aeropuerto se respira un aire de país abierto al mundo, a pesar de ser pequeño, con instalaciones cómodas, en los cajeros se puede retirar la moneda local y en dólares, lo que refleja la alta influencia americana.

De hecho entre los hoteleros locales es materia de preocupación la crisis económica de sus principales emisores de turistas, ya que esta es su principal actividad en los últimos tiempos. Aunque los precios de los alimentos si los note un poco elevados comparados con los precios nacionales. Los controles y los chequeos de seguridad son rutinarios pero sin el estrés que acompañan la de la mayoría de los países.

Pasando por el aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía en Caracas, Venezuela, la cosa es my diferente. Comienzo por decir que hay toda una mala prensa a su alrededor.

Resulta que llegamos al aeropuerto El Dorado de la ciudad de Bogotá, en Colombia, para tomar el vuelo con destino a esta ciudad donde a su vez tomaríamos otra conexión horas más tarde.

Debido a que había sobrecupo como es costumbre en el vuelo, se estaba ofreciendo un boleto internacional a cambio de cambiar la hora de partir a quienes no teníamos prisa en llegar a Caracas. Una dama venezolana que también tomaría el mismo vuelo nos aconsejó que si no teníamos afán en irnos era mejor esperar en Bogotá al siguiente vuelo a Caracas, porque según ella, el aeropuerto de su país es de lo peor.

A pesar de lo tentadora de la oferta de la aerolínea, mi hijo y yo decidimos irnos en el vuelo previsto. La dama en mención nos había dicho que el aeropuerto no tenia calefacción, era inseguro y no sé qué tantas cosas más.

Ahora que lo pienso, ella no está contenta con el presidente Chávez. Cuando llegamos, encontramos otra cosa, es un aeropuerto amplio, aunque si notamos que no tiene buenas señalizaciones y nadie sabe nada de nada. Como me habían advertido que no saliera para nada del aeropuerto por cuestiones de seguridad, me dediqué a caminar y platicar con la gente.

A diferencia de Bogotá y Costa Rica, los precios en Venezuela, al menos en el aeropuerto son cómodos. Aunque solo se puede comprar con el bolívar fuerte que es la moneda local en los almacenes, pero si en dólares en lo que son comidas rápidas.

Eso del calor, no lo sentimos, y como estábamos en el aérea de embarque, pensamos que ya no habría mas controles, pero como era de suponerse, Chávez no deja puntada sin dedal, y justo cuando uno asciende al avión, nos toca pasar por una última requisa que es supervisada nada menos que por un oficial de la revolución bolivariana, quien es el que dice a quien revisan y a quien no, porque para mi sorpresa a los menores de edad no les exigen este control y se deben hacer dos filas, uno para las mujeres y otro para los hombres.

De esta manera, el presidente pone la firma de quien es el que manda en su territorio, aunque ficticiamente uno esté es un área internacional.

Y punto aparte merece el aeropuerto El Dorado de Bogotá, en Colombia, el cual está siendo sometido a una transformación total a fin de encarar los retos de su ubicación estratégica como punto de enlace en Suramérica y donde están confluyendo un gran número de conexiones de vuelo internacional.

Aunque en la actualidad es un desorden y un poco incomodo, este hecho refleja un poco el cambio que está sufriendo el país y la confianza que de nuevo parece retomar las riendas de la nación. Pero algo que si es criticable son los precios abultados de la gran mayoría de artículos que se venden allí. De los tres aeropuerto mencionados, podría decir que es el más costoso y sin duda el más congestionado.

De esta manera y con un servicio mejorado y una nueva cara en el país, el principal aeropuerto de Colombia incremento el número de pasajeros de 11 millones a 17 millones en solo 4 años. Y con el regreso de la aerolínea alemana Luthansa, ya son 46 las que llegan a Bogotá.

De esta manera, cada país, muestra su realidad de entrada, sino cuando llegue a un aeropuerto y si tiene tiempo analice cómo se mueven las cosas a su interior, sin duda podrá sacar conclusiones del país por el que pasa.

Rafael Navarro

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