El gran bocón

TEODORO MAUSPor: Teodoro Maus*
Ha pasado un buen espacio de tiempo sin que haya yo tomado una hoja de papel en blanco y, como en otras ocasiones, — con la intención de llenarla con “pensamientos maravillosos”, acabé llenando solamente mis agruras y otras molestias.

Pero al mismo tiempo, en esos intentos fallidos, comenzaron a construirse las ideas, mostrándolas más verdaderas, pero también menos grandiosas, más terrenales pero menos dignas de ser participes del gran panteón de la literatura internacional, que es el basurero de lo mediocre.

Y ahí es donde me detenía, donde aceptaba la realidad de mi pluma mediocre, – tan mediocre como la de cualquier otro pobre escritor que busca no quedar olvidado del todo—y ahí es donde, finalmente, comienza a salir la escritura verdadera, tan buena o tan mala como cualquier otra.

Le agradezco al buen amigo Rafael Navarro el espacio que me otorga, para al menos no permitir que se oxide la pluma. Pero lo escrito más arriba, no va dirigido ni a mí ni a la frustración de la pluma que me ha cambiado la dirección…

Lo grosero de su comportamiento llegó a mi pluma. Va dirigido a uno de los egos más deformados, más enfermos que haya yo tenido el disgusto de conocer, un personaje que no sabe -y no le interesa saber– cuánto daño ha causado.

Se trata de ese personaje que solo sabe contestar, cuando lo enfrentan con alguien más capaz, más inteligente que él: “soy más rico que ellos (o ella)”: Donald Trump, el multimillonario constructor de torres, destructor de sueños, hundidor de ambiciosos, tantos de ellos que creyeron en el dinero fácil.

Pero creyeron de buena fe, mientras que él actuaba de mala, y uniéndose a él y saliendo literalmente con una mano adelante y otra atrás. Y si se puede burlar de unos millonarios, se puede burlar de un país pobre.

Donald Trump, el que se atrevió atacar a un país entero, México, acusándolo de ladrón, de asesino, de violador. Y al igual que muchas otras víctimas de los trueques engañosos de Don Donaldo, aparentemente México -si estimado lector—el país oficial entero se quedó callado, dejando a nuestros verdaderos héroes defensores de la poca dignidad que nos quedaba.

Se quedaron con la triste tarea de barrer los platos rotos después de la fiesta, y vaya que los hubo! Cuando Trump vio que funcionaba la guerra de palabras contra México y los mexicanos, se dedicó a buscar lugares y espacios que sirviesen como campos de batalla.

Y aparte del silencio bochornoso del México oficial, de amigos diplomáticos y hasta de gobiernos hermanos, atacaron la grosera actuación de Trump. Esto no lo calló, si no al contrario, le sirvió de cuerda de juguete descompuesto, solo lo atizó aun más. Los ataques y groserías se multiplicaron, pero ahora también aplaudido por sus títeres vendidos, que posiblemente marquen el principio del final de la carrera electoral del gran tramposo.

Así que tendremos que esperar que se acabe la fiesta, que quede fuera de la lid electoral el tipejo Trump, probablemente por alguna sandez que se le deslice de la boca al pico, para que entonces sí, con la ira que nos genera el “a posteriori”, exijamos una seria disculpa, cuando ya no valga la vergüenza. Y nos quedaremos con la disculpa, y la pena del enojo tardío.

Pero, ¿Qué tal si el hocicón gana la presidencia de los Estados Unidos?

(*) El arquitecto Teodoro Maus, es un ex diplomático mexicano, ex cónsul de México en Atlanta y fundador de varias organizaciones de protección y defensa de los derechos civiles en Georgia.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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