Artífices de paz
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz…!” (Lucas 2:14). Ese fue el cántico que los ángeles entonaron cuando Jesús nació. Pero el Príncipe de la paz fue rechazado, ¡y la humanidad sigue esperando esta paz!
En nuestro entorno, la enemistad entre los hombres se manifiesta diariamente: disputas entre vecinos, entre esposos, entre herederos, entre compañeros… ¡Y cuántos conflictos económicos, guerras civiles, guerras entre naciones, entre etnias, entre religiones…!
Si nos sentimos desarmados ante los grandes problemas políticos, nos gustaría al menos establecer un clima de paz entre los que nos rodean. Pero, ¿cómo estar en paz con mis familiares y amigos si estoy lleno de tensiones interiores? Y finalmente, ¿cómo estar en paz conmigo mismo, si no estoy en paz con Dios?
Pues bien, hoy Dios nos ofrece esta paz. Fue rechazada por el mundo en general cuando Jesús vino a la tierra, pero ahora está a disposición de todo el que lo recibe en su corazón. El Señor nos invita a cada uno de nosotros a ir a él tal como somos, con nuestros pecados, nuestros conflictos, nuestras amarguras, para recibir la paz con Dios.
Solo entonces podremos ser una fuente de paz entre los hombres. Reflejando a Cristo, a través de una humilde búsqueda de su voluntad, seremos verdaderamente artífices de paz.
Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27).