En busca de Dios
En un paseo con la familia, Sandra se perdió en el bosque. Cuando los padres notaron la ausencia de su pequeña, empezaron a buscarla muy inquietos, tomando todos los caminos posibles. Por su lado la niña llamaba y gritaba en vano, hasta que quedó sin fuerzas. Horas más tarde su padre la divisó dormida sobre una roca.
La llamó por su nombre y corrió hacia ella. La niña se despertó de un sobresalto y le tendió sus brazos. Cuando el padre la abrazó y le dio un beso, la niña repetía sin cesar: «¡Papá, te encontré!».
Quizás, al igual que aquella niña que no encontraba a sus padres, usted no sabe cómo encontrar a Dios.
Primeramente puede estar seguro de que Dios lo busca y pone en su corazón el deseo de buscarle. Al igual que el pastor del Evangelio que fue a buscar a la oveja perdida, Dios le busca. Él espera que usted reconozca que está perdido, que le tienda los brazos. Entonces le dará su paz.
Confiando en Dios es cómo podemos encontrarlo. “Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). La fe es confianza en Dios.
Al escuchar a Dios, lo que nos dice en su Palabra (la Biblia), la fe nace y crece en nosotros. Entonces nos damos cuenta de que es el Dios Salvador y que nos envió a Jesús, su Hijo unigénito. Al igual que esta niña, experimentaremos la alegría del reencuentro, la alegría de ser hallado y salvo. ¡Y mayor será la alegría de Jesús, el Buen Pastor!