Estén preparados
En esa unidad naval, todo el mundo conocía a Bill, el marinero que siempre llevaba puesto su chaleco salvavidas. A pesar de las burlas, no se lo quitaba cuando estaba en el mar. Un día de 1945, cuando su unidad estaba a punto de combatir en el Pacífico Sur, una escuadrilla de bombarderos hizo naufragar repentinamente el navío cisterna en el que servía Bill.
Los socorristas solo hallaron un sobreviviente: Bill, quien llevaba su chaleco salvavidas. Ese marinero, gracias a esta precaución que parecía ridícula a sus compañeros, pudo salvar su vida.
Hoy todos estamos en peligro. ¿Quién puede estar seguro de la hora siguiente? La Palabra de Dios nos dice que después de la muerte habrá un juicio.
–¿Está usted preparado, «seguro», es decir, revestido de la justicia de Jesucristo para ser plenamente aceptado en la presencia de Dios?
–¿Cómo puedo obtener esta justicia?
Creyendo que Dios quiere dársela gratuitamente.
–¿Él será justo borrando todos mis pecados?
Sí, porque Jesús, su Hijo, sufrió el castigo en la cruz, y hay perdón en Dios.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos” (Romanos 5:1-2).
Estar preparado es conocer a Dios como el Dios de paz, saber que él borró mis pecados. Ahora mi vida se despliega bajo su mirada con la certeza de que encontraré a Dios en compañía de Jesús mi Salvador.