La oración del rey Manasés

 La oración del rey Manasés

Este rey gobernó en Jerusalén durante cincuenta y cinco años. Pero actuó muy mal delante de Dios. Reedificó los altares paganos que su padre había destruido, y se atrevió a instalar sus ídolos en el templo de Dios. En varias ocasiones Dios lo amonestó, pero este rey no quiso escuchar y arrastró al pueblo de Israel a desobedecer abiertamente a Dios. Pocas veces la Biblia hace una descripción tan negativa de un soberano. Después de muchas exhortaciones, Dios le envió enemigos que lo tomaron prisionero. ¿Qué otra cosa se puede esperar, después de tanta oposición a Dios, sino el juicio?

Pero de repente el tono del relato cambia. “Luego que fue puesto en angustias, oró al Señor su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración” (2 Crónicas 33:12-13). Dios, quien es misericordioso, tuvo en cuenta la oración y el arrepentimiento de este hombre. Y se conmovió… ¡Qué paciencia!

El ejemplo de Manasés nos anima a recurrir a Dios en todo tiempo. No importa cuál sea nuestro pasado; mientras estemos en esta tierra, hay esperanza para nosotros si nos arrepentimos. Dios sigue siendo el mismo (Nehemías 9:6). Si respondió la oración de Manasés, no rechazará la nuestra. Volvamos a Dios, cuya paciencia nos conmueve. Si nos arrepentimos y volvemos hacia él, el Señor nos recibirá como el padre del hijo perdido de la parábola (Lucas 15:20).

wm

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