Luz irresistible
«Vengo de una familia greco ortodoxa de la isla de Corfou, en Grecia. A los veinte años no podía más. Intelectualmente tropezaba en la oscuridad y la confusión. Moralmente era esclavo de toda clase de pasiones y mentiras. Mi corazón estaba turbado y desesperado.
Un día, leyendo una novela de Dostoïevski, «Los hermanos Karamazov», hallé estas palabras: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24). Estas palabras me impresionaron, pero yo no sabía quién era su autor.
Indagué a mi alrededor y mi profesor de inglés me explicó que era una cita de la Biblia. Esto me motivó a conseguir una Biblia. En el curso de las semanas que siguieron la leí varias horas cada día. Nada en mí podía resistir a la luz que se desprendía de su lectura. Ella ponía al descubierto toda mi conducta pasada.
Finalmente, una tarde, reuní todo lo que formaba parte de la vida que había llevado antes de conocer a Cristo, mis libros, mis dibujos, mis escritos, y eché todo al fuego. Luego me puse de rodillas y expresé mi primera oración. No dije gran cosa.
Mis lágrimas me sirvieron de lenguaje. Deposité al pie de la cruz de Cristo todos los pecados que recordaba.
Entonces, en lo más profundo de mi ser, tuve la feliz certeza de que “la sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
Miltos Anghelatos