Magnicidio
Por: Rafael Valter
Palabra compuesta con origen en el idioma latín. Magnus significa grande. Caedere, cortar o matar. De manera que su significado etimológico es matar a un grande. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua se refiere a la muerte violenta dada a una persona muy importante por su cargo o poder.
Diariamente vemos el término utilizado en los medios para referirse al asesinato de presidentes, reyes y políticos de alto rango, recuerdo cuando en Julio del año recién pasado se hizo público el magnicidio de Jovenel Moïse presidente de Haití. Muchos son los nombres de jefes de estado asesinados que se nos vienen a la mente, entre ellos Luis Carlos Galán, Luis Donaldo Colosio, John F. Kennedy y Manuel Enrique Araujo.
En la biblia también hay magnicidio, entre ellos la muerte del rey Eglón de Moab, el príncipe Absalón de Israel, el rey Senaquerib de Asiria, y el rey Joás de Judá para nombrar algunos.
Los magnicidios nunca son actos impulsivos sino eventos altamente planeados, pero creo que estará de acuerdo conmigo cuando digo que no hay ningún magnicidio registrado en la historia que haya sido mejor planeado, ni con mayor número de culpables que el magnicidio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Cuando hablamos del plan no solo hablamos del complot del que fueron parte Judas y los religiosos de su tiempo con la complicidad del gobierno Romano, pero también me refiero a la faceta espiritual, Cristo no fue un plan de contingencia, sino que era el plan predeterminado y eterno de Dios (Efesios 3:11; Hechos 2:23).
Y cuando hablo de culpables tampoco hablo únicamente de los del pueblo que gritaban “¡crucifícale!” y de los verdugos que lo clavaron en la cruz, sino por quienes lo hizo; nosotros, porque “Él mismo (Jesús) es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no solo los nuestros sino también los de todo el mundo.” (1Juan 2:2).