Recibir al Señor como Zaqueo
¡Zaqueo, hombre adinerado de la ciudad de Jericó, deseaba ver a Jesús! Pero, ¿cómo hacerlo, pues era pequeño de estatura y estaba en medio de una multitud? Se subió a un árbol, sin preocuparse por lo que los demás pensaran.
Cuando Jesús pasó, el deseo de Zaqueo fue satisfecho: ¡pudo ver al Salvador! Y mejor aún, Jesús se interesó en él y lo interpeló: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (v. 5).
Usted que lee este texto, ¿sabe que Jesús está cerca de usted? Ha escuchado hablar de él, sabe que algunos hablan bien de él, mientras otros lo menosprecian… Pero como Zaqueo, acérquese, procure verlo, sin preocuparse por los demás. Consiga una Biblia o un Nuevo Testamento y lea los evangelios. También puede ir a una reunión cristiana, escuchar una emisora cristiana o la lectura de la Biblia en su portátil.
Por su lado, Jesús sabe lo que hay en su corazón. Él conoce sus deseos, sus necesidades. ¿Quiere ir a él? ¿Quiere ser perdonado, purificado de todas sus faltas?
Jesús también le dice: “Hoy es necesario que pose yo en tu casa”. No menosprecie este urgente llamado del Salvador que quiere morar en su corazón. Ahora mismo, allí donde está, él lo llama.
Quiere que usted se apresure: ¡“Date prisa, desciende”! No lo deje para más tarde. No lo aplace para mañana. No diga: Voy a pensarlo. No, el Señor lo ama y le dice: ¡“Hoy”! Haga como Zaqueo: “Descendió aprisa, y le recibió gozoso”.