Semáforo en Rojo
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros,
que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú.
Deuteronomio 30:19.
El semáforo está en rojo: la fila de vehículos se detiene para dejar pasar la otra fila. ¡Semáforo en verde! Cada uno se lanza por el camino así abierto. Todos sabemos que si uno pasa cuando el semáforo está en rojo, es muy probable que ocasione un accidente.
El camino sobre el cual usted y yo somos lanzados también está jalonado de señales de advertencia. Dios mismo las coloca a lo largo de ese camino. Sabemos bien que si persistimos cuando nuestra conciencia clama: «Lo que haces está mal», pasamos un semáforo en rojo.
Y pueden resultar consecuencias gravísimas? por ejemplo para nuestro hogar. Usted sabe bien que en cierta ocasión la voz del Evangelio se hizo oír para pedirle que se detuviera y escuchara el mensaje divino. ¿Lo hizo?
La Palabra de Dios dice que después de la muerte está el juicio. Deténgase y confiese a Dios sus pecados. Si usted prosigue su camino haciendo caso omiso a la voz de Dios, es como pasar el semáforo en rojo.
Estará en peligro, y ¿cómo escapará si hoy mismo Dios le pide su alma? (Lucas 12:20). La alternativa es solemne: Semáforo en verde: ?El que cree en el Hijo tiene vida eterna?. Semáforo en rojo: ?El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él? (Juan 3:36).
Para andar con seguridad, aun el creyente debe cuidar la señalización propia a la vida cristiana: las advertencias llenas de amor de un Padre y de Jesús, el fiel Pastor.