Silogismo
En la ciencia lógica es un argumento que consta de tres proposiciones, la primera y la segunda llamadas premisas y la última llamada conclusión, la cual se deduce necesariamente de las otras dos. Un ejemplo de silogismo es decir: “Todos los hombres tienen derechos, Marcio es un hombre, por lo tanto Marcio tiene derechos.”
La idea del silogismo es llegar a una conclusión verdadera, pero para eso deben tomarse en cuenta una serie de reglas, de lo contrario, la conclusión puede ser una falacia o falsedad. Un ejemplo de falacia es “Todos los hombres respiran, Esneda no es hombre, Esneda no respira.”
Los silogismos y las falacias se remontan a la antigua Grecia, 500 años antes de Cristo. Eran utilizados por los Sofistas en su retórica a fin de persuadir y convencer a otros en el ámbito político. Poco después, Aristóteles les llamó mentirosos, porque engañaban a la gente con falacias basadas en silogismos que no cumplían con las reglas.
Esa escuela de pensamiento permeó hasta la cultura judía por medio de los Saduceos, que eran gente de clase alta que adoptaban culturas ajenas, y que no creían que hubiera resurrección y vida eterna. Los vemos en Mateo 22:23-33 utilizando un silogismo para ridiculizar a Jesús, las premisas lógicas y conclusión eran las siguientes: “El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Si el hombre muere, la mujer puede casarse de nuevo, si se casa siete veces y se mueren sus siete esposos, tendrá siete esposos en la vida eterna. Por lo tanto, o se permite la poligamia en la vida eterna, o la vida eterna no existe.”
Jesús, que enseña hasta hoy que la poligamia no es permitida y que existe la vida eterna, les mostró que la conclusión era una falacia porque ellos habían asumido que había matrimonio en la vida eterna. Es fácil sacar conclusiones espirituales erróneas cuando ignoramos las Escrituras y el poder de Dios. (Mateo 22:29)