¿Tenemos a Jesús como Capitán o como Pasajero?
“Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal;
y le despertaron, y le dijeron: Maestro,
¿no tienes cuidado que perecemos?”
Marcos 4:35-38.
Acostumbrados a pescar en el lago de Genesaret, los discípulos de Jesús eran verdaderos profesionales y conocían todas las trampas de ese lugar rodeado de montañas. Pasar al otro lado no suponía un problema para ellos. ¡Sí, Jesús podía contar con los conocimientos técnicos de ellos y descansar tranquilo después del cansancio del día!
El Señor se instaló al fondo del barco como su pasajero, y no como su capitán, hasta el momento en que los elementos enfurecidos los obligaron a despertar a su Maestro.
¿No nos sucede, a nosotros también, que contamos con nuestra experiencia para enfrentarnos a las situaciones que se nos presentan? En su gracia, el Señor permite que las cosas no sucedan como habíamos previsto, ¡entonces no nos queda otra salida que pedirle socorro!
En cuanto a la educación de los hijos, por ejemplo, cuando todavía son pequeños, uno se cree un buen educador, pero en la adolescencia a menudo hay conflictos y entonces nos vemos obligados a pedir ayuda al Señor.
Esto también es cierto en la vida profesional: después de muchos estudios o algunos años de éxito pensamos que tenemos la experiencia suficiente para abordar los problemas que se nos plantean. Dejamos al Señor de lado y es necesario que llegue la tempestad para que le pidamos ayuda.
Tomemos a Jesús en nuestra barca como nuestro capitán y no como un simple pasajero.