Para emprender hay que ser Valiente
Por: Sebastián L. de Emprendedores Latinos USA
No viene mal llamarse Valiente si uno va a iniciar una nueva vida en otro país. Tal vez eso pensó Alba Valiente cuando, a los treinta años, decidió dejar su Guatemala natal y radicarse en los Estados Unidos. El sueño la había atrapado por casualidad, en un viaje de negocios; desde entonces no hubo marcha atrás. Hoy, con 45 años, Alba, propietaria de dos tiendas de artículos deportivos en las afueras de Atlanta, es otro ejemplo de la capacidad de la voluntad y el espíritu emprendedor para superar los obstáculos.
Claro que Alba ni se imaginaba la cantidad de cambios radicales que se iban a producir en su vida. A los 23 años había dejado en suspenso sus estudios de comunicación social para entrar a trabajar como agente de seguros de vida; tras siete años de trabajo surgió el viaje a Miami. Se trataba de un seminario de formación que la ayudaría a vender seguros en dólares en su país. Pero la experiencia caló en ella más hondo de lo previsto. Le gustó tanto el país que se quedó el tiempo máximo que le permitía su visa, y su vuelta a Guatemala fue, ya, para ir despidiéndose de su familia y preparando las valijas: había decidido instalarse aquí. Era joven y soltera y tenía todo por ganar.
“En mi primer viaje estuve en Oklahoma. Pero cuando volví me radiqué en Georgia. Me enamoró Georgia porque tiene cosas de Guatemala. Está lleno de árboles, como allá, y la gente es especial, muy cálida”, cuenta Alba.
Los primeros años en los Estados Unidos fueron difíciles, como suele ocurrir. La joven Alba empezó a trabajar en tiendas de discos, en Atlanta, y a vender productos de belleza los fines de semana; luego sumó otro trabajo en la paquetería Excel, adonde los latinos iban por docenas para enviar y recibir correspondencia a sus países de origen. Fue allí, en la paquetería, donde vio el germen de su negocio.
“Había una chica que viajaba seguido, y un día la vi entregando unos uniformes de equipos de fútbol. Le pregunté y me contó que los hacía ella. Entonces le pedí algunos y fui vendiéndolos casa por casa entre los guatemaltecos de Atlanta”, recuerda.
De esa manera, “parar la oreja” ante las novedades y tener contacto con la comunidad latina local fueron dos factores fundamentales en el éxito de su negocio, que a lo largo de los años se fue expandiendo hasta llegar a comprender cuatro locales, en Marietta, Norcross, Chambley y Rome. Al principio las llamó Inter Sport, pero luego cambió el nombre a CV Fútbol porque el original coincidía con el de una gran tienda española y ella quería que su marca fuera reconocible.
Los inicios fueron precarios, como suele suceder con los emprendimientos de este tipo. “Yo no me decidía a dejar los trabajos que tenía para dedicarme a la tienda. Seguía en la paquetería mientras vendía camisetas”, cuenta Valiente. “Pero ya veía que había bastante mercado. El fútbol es una economía completa. La gente se vuelve loca por comprar”, anota.
Y sí: muchos guatemaltecos iban al local en busca de las camisetas del seleccionado nacional, del Municipal, el Comunicaciones o el Xelajú. Estas últimas eran las que más salían porque en Atlanta hay muchos oriundos de Quetzaltenango, de donde procede ese equipo, explica la comerciante.
Alba puso su primer local en 2003 en Marietta, donde vive, con los años le siguieron los otros tres. Pero tuvo que cerrar el de Chambley y el de Rome hacia 2009. Con la recesión y la consiguiente caída de las ventas. Anota esa experiencia como una de las lecciones útiles para todo emprendedor.
“Lo que más nos cuesta a los emprendedores es administrar y racionar”, dice. “Cuando hay bonanza, en lugar de ahorrar y ser cautos, re invertimos el dinero y ponemos más tiendas, y cuando se acaba el buen viento uno perdió dinerito. Hay que planificar un poco más lo que uno va a hacer.”
No sólo la crisis de la economía global golpeó al negocio; también la política migratoria hizo mella en las ventas cuando muchos latinos fueron deportados. “Marietta quedó vacío”, recuerda Alba.
Con empuje, cometiendo errores y aprendiendo de ellos, Valiente ya lleva trece años al frente de CV Fútbol. Ella atiende el local de Marietta (803 Powder Springs), mientras que una empleada se encarga del de Norcross (2066 Beaver Ruin Road). Además de camisetas, venden balones, tobilleras, zapatos de fútbol y otros accesorios.
En estos años algunas cosas han cambiado. Antes, los locales abrían bien temprano, entre las 7 y las 8 de la mañana; ahora alcanza con empezar a vender a las diez. “Es que antes los muchachos que jugaban al fútbol eran todos solteros, y venían a comprar antes de los partidos, que suelen ser temprano; ahora casi todos están casados y tienen hijos. Los chicos empezaron a jugar mucho después del Mundial”, dice Alba.
El crecimiento y los altibajos del negocio se fueron alternando con los de su vida personal. La marca CV Fútbol referencia su apellido y el de un hombre con quien se casó aquí y de quien luego se divorció; hace menos de un año ella volvió a casarse. Mientras tanto, el mundo dentro y fuera de la tienda seguía cambiando.
“Hay mucha gente nueva que viene a comprar. Tenemos clientes fieles que vienen seguido, casi todos latinos. Pero en los últimos tiempos vienen muchos estadounidenses, que pasan frente al local y entran por impulso”.
Explica Alba, que, con casi quince años en el país y trece al frente de CV Fútbol, ya acumuló la experiencia suficiente como para saber qué funciona en el negocio y qué no. “No creo mucho en los anuncios”, dice, por ejemplo; “no veo que me hayan ayudado. Sí creo en el boca a boca; es lo que permitió que el negocio se hiciera conocido y creciera. A eso le debo mis clientes más fieles.”