La historia de María*

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Por: Cipriana Rincón.

Yo soy María. Esta es mi historia. Lo que le voy a empezar a contar es algo que nunca pensé me podría pasar a mí. Pero sobreviví. Yo tenía 17 años, y era una adolescente normal en mi país Nicaragua. Iba a la escuela, tenía amigas y trabajaba medio tiempo en una tienda para ganar dinero y ayudarme a pagar mi escuela.

Trabajando un día en la tienda, un hombre joven se me acercó. El era muy amable y coqueteaba conmigo. El era persistente, me visitaba a diario he insistía en que le aceptara una invitación. Después de muchos días yo acepté su invitación.

Después de la cita, él me llevó a su casa en un pueblo cercano. Las cosas pasaron de buenas a horrible. Yo era demasiado joven para entender qué estaba pasando, pero pronto me di cuenta, él me dijo que no me dejarían ir.

Bajo su control agresivo, yo fui forzada a llamar a mis padres para asegurarles que yo estaba bien y estaba con un hombre al que amaba y ellos no deberían buscarme. Para que pareciera legitimo, él me llevó a ver a mis padres después de unos meses y me dijo que los mataría si yo no cooperaba.

Me forzó a decirles a mis padres que nos íbamos a casar; amenazó que mataría a mis padres si yo decía algo o hablaba de la situación en que me encontraba, más tarde me dijo que no tenía trabajo y que yo tenía que trabajar para ganarme la vida.

Yo ofrecí que podría trabajar en la tienda, pero él dijo que no ganaría lo suficiente para mantenernos a los dos. Me forzó a la prostitución y otra vez amenazó con matar a mi familia si no accedía. En el curso de cinco años, me puso a trabajar en cinco ciudades diferentes en Nicaragua.

Durante este tiempo, yo trabajé en las calles de noche y de día y solo me daba dos horas al día para descansar. Para completar mi cuota, yo tenía que tener sexo con 200 hombres a la semana. Para mantenerme alerta y mantenerme trabajando, el me drogaba con cocaína, crack, pegante y alcohol.

Si yo no hacia suficiente dinero para él, me pegaba violentamente. Mi trabajo me dejó embarazada muchas veces y tuve abortos espontáneos a raíz de los golpes. Yo perdí la esperanza de convertirme en madre, pero fui capaz de llevar a término un embarazo y di a luz un varoncito.

Pero mi traficante se llevó a mi hijo, se lo dejó a su madre y me forzó de nuevo a trabajar en las calles. Yo me sentí abandonada y sola.

Poco después, él me trajo a los Estados Unidos y me mandó a un lugar en Atlanta, Georgia. Me vendaron los ojos y el lugar exacto es desconocido, pero una vez allí otras mujeres que habían sido también traficadas me explicaron las reglas del “trabajo”.

Yo tendría que servir a hombres 12 horas al día y cada centavo que yo hiciera iría al traficante. Yo estaba aterrorizada y asustada, pero yo tenía que sobrevivir porque yo quería volver a ver a mi bebé.

Después de cuatro meses aterradores, yo escapé y volví con mi familia. Con la ayuda de mi familia fue posible rescatar a mi hijo, pero pronto, mi traficante me volvió a encontrar y me forzó otra vez a la prostitución. Como fui testigo de que mi traficante maltrataba a otras mujeres yo tenía miedo que me pasara lo mismo a mí si yo no cumplía con sus demandas. Gracias a una pista anónima yo fui rescatada por las autoridades.

Yo estoy bien, y continúo cooperando con las autoridades de los Estados Unidos. La organización Tapestry me ayudó en este proceso de sanación, me ayuda a pagar la renta y me ayuda a pagar las visitas al doctor y otros gastos como el papeleo para el proceso de inmigración (solicitud de residencia), salud mental, consejería y clases de inglés.

Ahora estoy contenta de decir que estoy ayudando a las autoridades para que localice y rescate a otras menores de edad que han sido traficadas por el mismo traficante.
*El nombre ha sido cambiado para proteger su identidad. Trascrito de Tapestry

Porque usted puede cambiar una vida

Todos tenemos la capacidad de actuar desinteresadamente y en beneficio de otros; yo sé que muchos de nosotros hemos estado dispuestos a brindar apoyo a personas u organizaciones que ayudan a la comunidad, y que queremos vivir en una sociedad donde la dignidad de cada uno sea respetada; comencemos entonces el 2014 apoyando a nuestro prójimo.

Podemos donar nuestro tiempo, hacer donaciones en dinero o incluso donar artículos usados. Lo importante es poner esta iniciativa en nuestra agenda para tenerla siempre presente durante este año y no posponerla debido a lo ocupados que siempre estamos.

Organizaciones que ayudan a víctimas de tráfico humano están a la espera de su colaboración. Artículos de uso personal que ayudan a los supervivientes en su transición. Porque dando usted puede cambiar una vida.

Estos artículos pueden incluir:

• Elementos de cocina (ollas, cubiertos, vasos…)
• Ropa de cama (sabanas, mantas, almohadas)
• Ropa
• Toallas
• Productos de higiene personal
• Productos de limpieza
• Mobiliario (camas, mesas, sillas…)

Para ser voluntario o para hacer donaciones: llame a estas organizaciones a nivel local: Tapestry: 404-299-2185; Wellspring: 404-602-0068; Street Grace: 678-809-2111

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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