“Todo lo que llevé, lo dejé en África”
Por: Rafael Navarro- ENG
¡Recordar la conmovía! Por momentos el brillo de sus ojos era nublado por un amago de lágrimas que no llegaban a cristalizarse, pero era la mayor evidencia de que su reciente viaje al continente africano le estremecía los huesos y le pulverizaba los sentimientos, ahora convertidos en pedazos de vida que fue dejando con el regreso a su realidad de siempre.
Mientras nos va narrando la forma en que se cuajó su viaje misionero a Uganda, Juliana Henao, quien tiene uno de esos oficios que los nuevos tiempos inventaron y volvieron populares—es coaching de vida-, la colombiana detalla como la idea de un hombre al que conoció casi que accidentalmente en Grecia, le transformó su visión de servir a quienes verdaderamente carecen casi de todo, menos de una sonrisa.
“Había ido con mi esposo a Grecia y allá nos encontramos con un amigo colombiano, quien apareció con que tenía a alguien que debíamos conocer”, nos dijo.
Ese alguien era Stephen H. Smith, un director de escuela jubilado, católico, secular franciscano, quien había hecho un viaje a Ruanda en busca de la aparición de “la virgen”, y allá se descubrió una pobreza que no había visto y que le cambió la vida para siempre.
Henao, dice que el hombre, al que su amigo le presentó, comenzó sus misiones en África, haciendo algo tan simple, como proveer agua a las escuelas rurales, materia prima de la que carecían y que literalmente hacía la vida de los aldeanos más miserable.
Con el agua, la alegría y la prosperidad que ésta generaba en las comunidades beneficiadas, venían los huertos y detrás de éstos los criaderos de marranos. Todo para generar un desarrollo sostenible simple, que era fácil lograr multiplicando los dólares de las donaciones que recibe, pero inimaginable para los nativos hasta entonces.
La misión de la que hizo parte Henao en su último viaje atiende ahora a 583 niños, quienes ahora por tener agua, tienen comida, mientras sus expectativas y calidad de vida siguen mejorando.
Hoy, “To the Nations, alimenta a los hambrientos, viste a los desnudos, protege a las personas sin hogar, visita a los enfermos y a los que están en prisión, al tiempo que muestra el amor de Jesucristo a toda su creación”.
Evangelizar con el ejemplo
Henao quien viajó junto a su esposo Oscar y su hija Andrea, recuerda como una de las maestras en cuya escuela se inauguró un pozo de agua, saltaba de felicidad porque sus alumnos iban a poder comer por primera vez ese día.
“Hay niños que van a las escuelas sin comer ni tomar nada, tener, aunque sea agua para darles ya es un gran logro para todos”, comenta.
Es obvio entonces que muchos niños se motivan entonces por ir a clases y sus familiares los incentivan a hacerlos, porque eso les permitirá asegurar una o dos comidas que de otra manera no tendrían.
“A pesar de todo, estas son personas de mucha fe, y viví muchos momentos de entrega a Dios”, dije Juliana, quien se ha definido siempre como una persona creyente, pero alejada de la “religión”.
Esta experiencia sin embargo la inquietó, y ha dejado en su vida una huella que ella quizá no esperaba.
“Mucha gente va a África, pero no se integra con la comunidad”, dice. Y eso fue lo que ellos hicieron, lo que les permitió trabajar incluso en la construcción de una casa, lo que quizá nunca imaginó en su vida.
“Me ha tomado varias semanas como aterrizar luego de mi regreso, todo lo que llevé lo dejé en África…me traje solo lo que traía puesto…” concluye.
Fotos: (Cortesía, Juliana Henao)