De Selma a Montgomery, una marcha entre casas vacías

 De Selma a Montgomery, una marcha entre casas vacías

Por: Rafael Navarro- ENG

“We are not afraid. We are not afraid. We are not afraid today. Oh-o deep in my heart. I do believe. We shall overcome someday”, decía la primera canción con la que se inició la marcha saliendo de Centro Católico Saint Jude de Montgomery, en el último recorrido de una jornada que había empezado tres días atrás rememorando uno de los episodios más tristes y sombríos de la lucha por los derechos civiles de las personas de color en la tierra de la “libertad”.

“No tenemos miedo. No tenemos miedo. No tenemos miedo hoy. Oh-o en lo profundo de mi corazón. Yo creo. Nosotros venceremos un día”.

La lluvia se hizo pertinaz y poco a poco comenzó a caer sobre los marchantes quienes le hicieron caso omiso, mientras una y otra persona más, uno y otro grupo más se iba convirtiendo en multitud.

“This is the day, this is the day, that the Lord has made…” cantó una voz femenina que irrumpió en medio de los tambores e instrumentos de percusión agregado por la comunidad asiática y la fuerza de la voz de los asistentes latinos que entre todos manifestaban el mismo sentimiento, en este “mismo día que hizo el Señor”

Se rememoraba aquel penoso episodio conocido como “domingo sangriento”, hecho histórico registrado cuando 600 manifestantes fueron obligados a retroceder por policías estatales y locales quienes los agredieron con golpes y gases lacrimógenos cuando intentaban cruzar el puente Edmund Pettus sobre el río en Montgomery, Alabama.

Debido a la brutalidad policiaca, más de 50 personas fueron hospitalizadas el día 7 de marzo del 1965. El 9 de marzo, dos días después se llevó a cabo la marcha de Selma a Montgomery, la misma que se ha conmemorado este día, rememorando los pasos de aquel grupo de hombres y mujeres valientes que se enfrentaron a la discriminación.

Distintos rostros en el mismo escenario

Bajo el rocío de la mañana llegó el reverendo Jesse Jacksom ícono de la lucha por los derechos civiles entre la comunidad negra, espejo en el que se han mirado más de una generación en el mismo camino de la desigualdad entre blancos y negros, que se hace palpable en vecindarios como los de Montgomery.

Casas abandonadas y semi destruidas enmarcan lo que se conoce como la “Ruta Histórica”, demarcando justamente el lugar por donde líderes como el reverendo Martin Luther King Jr, el mismo Al Sharpton o Dick Gregory, quien salió escoltado a recibir la marcha como la celebridad que es, caminaron pidiendo la igualdad que casi 50 años después no les llega completa.

Lee, una de las manifestantes llegadas de Filadelphia, es una de las viejas luchadoras por el derecho al voto que se le quiere trabar a las minorías, “Protejamos el derecho al voto”, decía su pancarta, mientras que un hombre encadenado de pies y con uniforme de prisionero caminaba agitado mientras cargaba a su pequeño en sus hombros.

La tranquilidad de los vecindarios alrededor de la Ruta Histórica se iba quebrantando a medida que los marchantes se iban acercando y uno que otro curioso somnoliento salía a las calles a enterarse de lo que estaba pasando, otros se limitaban a mirar a través de las rendijas de viejas casas multicolores y destruidas por el olvido del tiempo.

Las calles de la Ruta Histórica de Montgomery, son algo así como un cementerio de casas en cuyos interiores pudieran o no encontrarse aun restos humanos, muchos de los cuales pueden verse deambulando en sus alrededores buscando su memoria perdida.

“En el año1965, la marcha de Selma a Montgomery hizo historia y cambió a nuestra nación; marcó la cumbre del movimiento de los derechos civiles” dijo Héctor Sánchez, Director Ejecutivo de Labor Council for Latin American Advancement (LCLAA).

“Hoy, muchos Estados han lanzado un asalto coordinado sobre la democracia, atacando a los derechos de los trabajadores, el derecho al voto y la educación pública a través de la promoción de leyes anti-inmigrantes.

Casi 50 años después de que el movimiento de derechos civiles garantizó mayores ganancias para los inmigrantes, todavía están luchando por la dignidad y los derechos fundamentales. No permitiremos más leyes que marginalicen a los latinos y a sus hijos y los lleven a abandonar sus trabajos y sus comunidades”, dijo Sánchez.

“Nos podemos culpar nosotros mismos de la deshumanización de la comunidad indocumentada porque hemos permitido que términos como “extranjero ilegal” se utilicen para identificarlos. Estamos aquí hoy con nuestras organizaciones hermanas para dejar claro que aunque la comunidad hispana es diversa y existen desacuerdos sobre la reforma migratoria integral y el Dream Act, no le daremos la espalda ni desconoceremos la situación de los indocumentados.” dijo la Presidente Nacional de LULAC Margaret Moran.

“Es nuestra responsabilidad solemne proteger el derecho al voto y garantizar que todo ciudadano estadounidense – independiente de la raza, etnicidad e ingresos – tenga la posibilidad de votar sin obstáculos y de participar plenamente en nuestra democracia”, dijo José Calderón, Presidente interino del Hispanic Federation, refiriéndose a uno de los motivos de la marcha.

Una lucha que no acaba

La marcha marcada por gente de color y uno que otro blanco llevándole la contraria al común, volvía a demostrar que esa sigue siendo una nación homogénea con un alma dividida por el racismo y la lucha entre razas sigue ardiendo en sus entrañas, aunque muchos se nieguen a aceptarlo.

“Hoy vemos a los policías aquí a nuestro lado y no nos atacado con perros”, dijo una joven estudiante de la Universidad de Alabama, haciendo referencia al hecho histórico que generó la leyenda de la marcha entre Selma y Montgomery.

Hoy, ya no solo son los negros atacados por perros de la policía, sobre las comunidades inmigrantes se ciernen otro tipo de ataques esta vez más sofisticados a través de leyes estatales y locales que buscan a toda costa impedir su desarrollo y el de sus familias.

Ese es el caso de las leyes HB-78 de Georgia y la SB-56 de Alabama que fueron rechazadas durante esta manifestación por los activistas y la comunidad en general.

“Yo marcho para honrar el legado de quienes dieron su tiempo – y en algunos casos sus vidas – para asegurar el derecho al voto de todos los estadounidenses y marcho por los derechos de los inmigrantes y los trabajadores que se ven amenazados, como desde cuando fue la primera marcha de Selma a Montgomery en 1965”, declaró el presidente de la Asociación Nacional de Personal de Color—NAACP, por sus silgas en inglés, Benjamin Jealous.

“Me siento orgulloso de estar junto a esta coalición de todas las razas, colores y credos luchando como lo hicieron nuestros predecesores hace 47 años”, enfatizó.

Dolores Huertas, líder en la defensa de los trabajadores del campo quien luchó al lado de César Chávez, dijo a El Nuevo Georgia, que la comunidad latina tenía que seguir luchando.

“Esta es una muestra de lo que podemos hacer juntos, debemos seguir luchando para que las leyes anti inmigrantes no pasen en ningún Estado”, dijo la activista.

“Juntos afro americanos y latinos podemos hacer una gran mayoría para rechazar los abusosd e que somos objeto ambas comunidades”, recordó Huertas.

“Debemos unirnos todas las comunidades para asegurar que cada voto sea contado este año -. Y para que seamos capaces de crear una agenda económica que sirva al 99% en lugar de sólo al 1%”, dijo Arlene Holt Baker, vice-presidente del sindicato AFL-CIO.

El poder de la verdad

“Nosotros somos poderosos más allá de esa creencia, porque tenemos el poder de la verdad de nuestro lado”, dijo el Secretario-Tesorero Internacional dl sindicato SEIU, Eliseo Medina.

“Tenemos el poder de convicción de nuestro lado, Yo puedo escuchar a Martin Luther King Jr. y a Cesar Chávez diciendo: Si Se Puede”, dijo Medina.

Por su parte el reverendo Al Sharpton recordó que “El estado de Alabama es donde el movimiento de derechos civiles encontró su corazón”.

“Hoy en día, cuando las leyes electorales de identificación se han deslizado en docenas de estados, y uno de las más duras y reprobables leyes contra la inmigración ha sido aprobada en Alabama, debemos recordar al mundo una vez más lo que está en juego aquí”, dijo Sharpton refiriéndose a la libertad de los derechos civiles y humanos de las personas de todas las razas.

Cuando Rose Washington, una mujer que estuvo en la primera marcha de 1965 subió a lo alto de la explanada del capitolio de Montgomery para interpretar con su voz de soprano América América, ya se habían desvanecido entre la multitud, Jessie, la niña de color que durante el recorrido encabezó la marcha llevando en sus manos una bandera de Estados Unidos y Mateo, el guatemalteco, quien al lado de los grandes líderes de la jornada hizo parte de la primera fila este 9 de marzo.

“Glory, glory, hallelujah, Glory, glory, hallelujah…”, retumbaba la voz de Washington, multiplicada por miles que la seguían, mientras sin que nadie se diera cuenta la llovizna también se había esfumado y Montgomery volvía otra vez a la monotonía de una ciudad, cuyos recuerdos se mueren todos los días al frente de sus casas vacías.


“Mateo, un joven guatemalteco que estuvo al lado de los líderes de la marcha, dijo que había que seguir luchando unidos para frenar leyes anti inmigrantes como la Hb56 de Alabama”


“Adelina Nicolls de la Alianza Latina de Georgia por los Derechos Humanos, al lado del reverendo Jesse Jackson, líder de la lucha por los derechos civiles”


“Dolores Huertas, líder de los derechos de los campesinos junto a César Chávez, desciende del escenario, mientras Rose Washington, quien asistió a la primera marcha en 1965, sube a interpretar la canción, América América”

Rafael Navarro

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