Dicen expertos: 2013 fue el año de la parálisis política en EEUU

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Para nadie es desconocido que el congreso de Los Estados Unidos terminó el año legislativo con una de las aprobaciones más bajas en su historia, al igual que la gestión del presidente Barack Obama, lo que marcó un desconcierto de la población frente a sus políticos.

De acuerdo a una encuesta conducida por la firma Gallup, el Congreso de Estados Unidos tiene el apoyo de solo el 10% de los participantes en la misma y la tendencia era a la baja.

Este particular Congreso ha sido muy polémico y no asociado con ningún logro legislativo específico que no sea el de arrastrar negociaciones sobre asuntos presupuestarios. Así, el complejo de patrón normal, como los problemas especiales ha ayudado a reducir su popularidad”, dijo el profesor Lorenzo Morris de la Universidad Howard.

Al menos 86% desaprueban al Congreso, afirmando que los dirigentes no están manejando bien su trabajo. Gallup vincula la reducción en el apoyo al Congreso a las constantes peleas que se llevan a cabo entre los dos partidos políticos del país.

Cuando los republicanos ganaron el control de la Cámara, mientras reducían la mayoría demócrata en el Senado en 2010, la aprobación del Congreso estuvo en el 21%. El Congreso de EE. UU., tiene ahora poco tiempo para cambiar la opinión del público y eso deberá hacerlo en el 2014.

La incompetencia de Washington

Al fin se atenuaban los daños causados por la grave recesión mundial. Una reñida campaña presidencial en
el país, entre Mitt Romney y Barack Obama a la reelección, finalmente acabó. Comenzaba el 2013, y muchos albergaban la esperanza de que hubiera noticias más alentadoras, de que un país cansado de las pugnas internas, las tragedias, los desafíos, recuperaría sus fuerzas.

Al fin y al cabo, el año comenzó con el inicio de un gobierno que ofrecía al menos la leve esperanza de un alivio de las tensiones políticas, pero eso se fue diluyendo y el panorama se ensombrecía cada vez más con un partido republicano que nunca entendió que perdió las elecciones presidenciales y que bloquear todas las iniciativas de los demócratas perjudicaba a todos.

Esas probabilidades aumentaron por una recuperación económica que dejó al desempleo a su menor nivel en cinco años, impulsó a los mercados bursátiles a niveles récord e hizo subir los precios de las viviendas. Nunca es posible predecir las noticias, por supuesto, pero al transcurrir el 2013, se asomaba la posibilidad de que Estados Unidos, agobiado por las divisiones internas, recuperaría su ímpetu.

En lugar de ello, el año se caracterizó por la parálisis, la discordia y la falta de confianza. Para quienes opinaban que el sistema político y las instituciones de gobierno han dejado de funcionar, el año 2013 se los confirmó.

Ejemplos de la desconfianza fueron cuando tanto el ciclista Lance Armstrong como el beisbolista Ryan
Braun admitieron que se dopaban cuando practicaban sus deportes, a pesar de que lo antes negaban enfáticamente; cuando el gobierno admitió que no se percató de las advertencias antes de la masacre en la Base de la Marina en Washington; cuando se hizo evidente que se hubieran podido salvar vidas antes del tifón en las Filipinas; cuando estallaron las protestas callejeras en Turquía, Egipto y Ucrania.
Pero la mayor parálisis fue en Washington, D.C., comenzando casi inmediatamente después de que el presidente Barack Obama tomó el juramento para iniciar su segundo período, y regresaron a la capital los congresistas, supuestamente conscientes del descontento popular.

El primero de octubre, El gobierno se ve paralizado y unos 800 mil empleados públicos entran en licencia sin goce de sueldo. Ocurre luego de que el Congreso no aprobara el presupuesto a Barack Obama.

Así las cosas, el gobierno debió suspender parte de sus operaciones por primera vez en 17 años, después de que venciera el plazo para aprobar un nuevo presupuesto y ante la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos. En ese momento, los representantes de ambos partidos—demócratas y republicanos, llevaban 33 meses debatiendo sobre las cuentas públicas del país.

La medida obligó a unos 800.000 empleados a tomar vacaciones forzadas, por lo que no funcionaron los servicios federales no esenciales, como los parques nacionales, museos y monumentos estatales o las agencias federales. Otros, como el correo, controladores aéreos o guardias fronterizos, siguieron en sus puestos.

El chantaje de los republicanos

Tanto la parálisis del gobierno, como la inactividad de casi todos los temas legislativos en el Congreso incluyendo la Reforma Migratoria, se dieron, luego de que el sector más duro del Partido Republicano no le concedió el aval al presupuesto del presidente Barack Obama, a cambio de que retrocediera en la reforma sanitaria.

Al respecto, el ex embajador argentino en Washington, Diego Guelar, dijo, citado por la Cadena 3: “El eje de esta disputa es ‘arruinarle el legado a Obama’, él siempre ha considerado públicamente que en sus dos mandatos lo central es la política doméstica, más precisamente la reforma sanitaria”.

Se sabe que unos 40 millones de ciudadanos no tienen cobertura de salud y la reforma hace obligatorio el seguro, ya que quien tiene dinero toma un seguro de salud, y el que no está en condiciones de pagarlo se le tiene que dar un subsidio, lo que implica un gran gasto federal y es ahí donde cuestionan los republicanos.

Otras de las discusiones bizantinas de los políticos de Washington es que, por ejemplo, los republicanos dicen que los demócratas están aumentado la deuda y que van a producir una gran crisis; y los demócratas dicen que los republicanos defienden los intereses de las corporaciones de las compañías de seguro médico, que son de los sectores más poderosos del país.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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