Trump promete desmantelar la lucha contra el cambio climático si regresa a la presidencia
Por: Johani Carolina Ponce.
Donald Trump, conocido por su negativa de reconocer el cambio climático, está listo para intensificar sus acciones en contra de las regulaciones ambientales y la transición hacia energías limpias si regresa a la presidencia de Estados Unidos. Tras desmantelar importantes normativas ambientales durante su primer mandato y retirar al país del Acuerdo de París, ahora promete llevar su agenda un paso más allá: expandir la producción de combustibles fósiles, frenar el desarrollo de energías renovables y bloquear la participación de Estados Unidos en acuerdos climáticos internacionales.
Las propuestas del candidato republicano han generado preocupación entre expertos en medio ambiente y científicos del clima, quienes ven en sus planes una amenaza para los avances logrados en la lucha contra el calentamiento global. “Un regreso de Trump sería, en una palabra, horrible”, dijo Andrew Rosenberg, exfuncionario de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), ahora investigador en la Universidad de New Hampshire. “También sería increíblemente estúpido. Retrocedería los avances logrados durante décadas para proteger la salud y la seguridad pública; no hay lógica en ello más que destruir todo. Las personas que lo apoyan pueden no darse cuenta de que también están en juego sus vidas.”
El profesor Michael Oppenheimer, científico del clima en la Universidad de Princeton, dijo que, aunque es improbable que Trump detenga por completo la transición del país de los combustibles fósiles, ciertamente ralentizaría los avances, algo que considera arriesgado en un momento en que “no podemos permitirnos ralentizar; debemos acelerar.”
Según los expertos estas medidas no solo afectarían a Estados Unidos, sino también al panorama global en la lucha contra el cambio climático. Las emisiones adicionales de gases de efecto invernadero que generarían sus políticas podrían tener repercusiones desastrosas para el equilibrio climático mundial. “Una segunda presidencia de Trump significa el fin de cualquier acción climática significativa en esta década, y probablemente haga imposible estabilizar el calentamiento por debajo de 1.5°C”, afirmó Michael Mann, científico climático de la Universidad de Pensilvania.
Trump y el rechazo al cambio climático
Desde su primer mandato, Trump ha sido un firme opositor de la ciencia que respalda el cambio climático. Sus declaraciones públicas lo han mostrado como uno de los líderes más escépticos en torno al calentamiento global, a menudo tildándolo de “estafa” e incluso sugiriendo que es una invención para perjudicar a la industria estadounidense. Para él, las políticas climáticas no son más que una carga económica que frena el crecimiento de Estados Unidos y afecta negativamente a sectores clave como el petróleo y el gas.
Durante su administración, Trump tomó medidas drásticas en consonancia con su retórica, retirando a Estados Unidos del Acuerdo de París, un pacto internacional crucial para reducir las emisiones de carbono. Esta decisión fue vista como un golpe significativo a los esfuerzos globales para combatir el cambio climático, ya que Estados Unidos es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero.
Ahora, en su búsqueda de un segundo mandato, Trump planea continuar con esta agenda climática. Politico.com asegura que el expresidente no solo promete volver a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, sino que también ha expresado su intención de bloquear la participación del país en cualquier otro acuerdo climático internacional, profundizando así su rechazo hacia cualquier tipo de regulación ambiental de carácter global.
Una agenda para desmantelar las energías limpias
Trump no solo planea revertir las políticas climáticas de la administración Biden, sino que también tiene en la mira la transición hacia las energías limpias. En lugar de apoyar el desarrollo de tecnologías renovables, como la energía solar y eólica, ha dejado en claro que su administración favorecerá la producción de combustibles fósiles. El expresidente ha argumentado repetidamente que las energías limpias no son competitivas y que ralentizan el crecimiento económico de Estados Unidos.
Una de sus promesas más controversiales es la expansión de la perforación petrolera y gasífera en tierras y aguas públicas, incluyendo áreas de alta fragilidad ambiental como el Ártico.Esta actividad podría tener un impacto devastador en ecosistemas ya vulnerables. Un segundo mandato de Trump representaría una vuelta a una era de dependencia de combustibles fósiles que contradice los esfuerzos globales por reducir las emisiones de carbono.
Trump buscaría desmantelar las iniciativas climáticas del presidente Biden, como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), además de revertir las regulaciones diseñadas para reducir las emisiones de las plantas de energía y los vehículos. Esto frenaría losincentivos y subsidios destinados a fomentar el desarrollo de proyectos solares y eólicos en el país. “Conocemos la postura de Donald Trump sobre la energía eólica marina… Va a hacer todo lo posible para asegurarse de que esa industria sea destruida y de que se otorguen más concesiones a las industrias del petróleo y el gas”, comentó la gobernadora de Massachusetts Maura Healey.
Regulaciones ambientales bajo amenaza
Uno de los ejes principales de la política de Trump para un segundo mandato es la derogación completa de lo que él llama las “regulaciones climáticas kamikaze” de la administración Biden. Para Trump, estas normativas son una amenaza directa a la industria y al crecimiento económico. De hecho, durante su primer mandato, eliminó más de 100 regulaciones ambientales que buscaban limitar la contaminación del aire y el agua, así como proteger los ecosistemas más vulnerables del país.
Entre las primeras acciones que planea llevar a cabo si vuelve a ocupar la Casa Blanca está la eliminación de los límites a las emisiones de gases de efecto invernadero de plantas de energía y automóviles. Estas regulaciones, implementadas por la administración Biden, fueron diseñadas para reducir significativamente la huella de carbono del país, pero Trump las considera innecesarias y perjudiciales para la competitividad económica.
Los expertos advierten que, si estas regulaciones son eliminadas, las emisiones de gases de efecto invernadero podrían aumentar drásticamente.
Permisos para combustibles fósiles y sus consecuencias
El plan de Trump también incluye un impulso masivo a la producción de combustibles fósiles. Ha prometido otorgar prácticamente todos los permisos necesarios para extraer petróleo y gas en tierras y aguas públicas, lo que podría dar lugar a una expansión sin precedentes de estas industrias en Estados Unidos. Según Trump, estas acciones ayudarían a revitalizar la economía y crear empleos, pero los defensores del medio ambiente alertan sobre las consecuencias a largo plazo de estas políticas.
Un estudio reciente de Carbon Brief ha estimado que las políticas de Trump podrían resultar en un incremento de emisiones equivalente a las de mil millones de automóviles adicionales en las carreteras. Esta cifra subraya la magnitud del impacto ambiental que tendrían sus propuestas.
Trump en el pasado manifestó que está decidido a mantener en funcionamiento las plantas de carbón, a pesar de que este sector ha experimentado un declive significativo en los últimos años debido a la competencia de fuentes de energía más limpias y baratas. Mantener estas plantas activas solo agravaría la crisis climática al aumentar la emisión de dióxido de carbono.
Apoyo de la industria petrolera
A pesar de las críticas, Trump cuenta con el apoyo sólido de la industria petrolera. Durante una cena en Mar-a-Lago, el expresidente se reunió con ejecutivos petroleros y les instó a contribuir con 1,000 millones de dólares a su campaña presidencial. Según varios asistentes, Trump les prometió que, de ser elegido, eliminaría las regulaciones que afectan a la industria, lo que les ahorraría esa misma cantidad en costos operativos.
Este apoyo financiero refuerza la idea de que su administración sería un aliado incondicional de las industrias de combustibles fósiles. La relación entre Trump y los grandes actores de la industria energética plantea preguntas sobre el futuro de las políticas ambientales de Estados Unidos y cómo el poder económico podría influir en las decisiones políticas en las elecciones del próximo 5 de noviembre.