Un hasta luego a don Alfonso Cárdenas
Teníamos un tiempo de no saber de él, desde las pasadas elecciones presidenciales colombianas cuando tuvimos la oportunidad de verlo activo trabajando como uno de los veedores del proceso electoral en el consulado aquí en Atlanta. Se movía como pez en el agua, la política fue siempre su pasión, tanto a nivel de su país como aquí en Estados Unidos, donde se conocía al dedillo los vericuetos de los partidos y los entramados a veces incomprensibles de todo esto que todavía seguimos llamando democracia.
Mucho de lo poco que sé sobre política en las esferas, local, estatal y federal lo aprendí de él, oyéndole una y otra vez la retahíla sobre la importancia de conocer del tema para no ser sujetos pasivos de los procesos que más tarde o más temprano nos irían a afectar; buscaba que más voces latinas fueran escuchadas; escribía con frecuencia a sus senadores o representantes federales; le inquiría respuestas a los funcionarios electos, criticaba con vehemencia las injusticias de ambos partidos contra los inmigrantes y era un convencido de que, las cosas podían mejorar para todos cuando todos participábamos de manera activa.
Su historia familiar, como la de muchos colombianos, había estado signada por el coletazo violento de una guerra no declarada y sin cuartel a la que muchos de su generación se vieron expuestos y por eso en este país encontró la paz y la seguridad que su tierra le hubo negado, y aquí echó raíces quizá por eso quiso ser, y fue policía de Nueva York y por muchos años árbitro de fútbol, siendo el más memorable de sus arbitrajes, el partido amistoso entre Millonarios y Boca Juniors a mediados de 1977 en el estadio de Randall’s Island/NYC. También publicó una revista de fútbol que circuló en Houston y Miami en los años 80s y 90s llamada Estadio, como nos lo recordó hoy su hijo César.
Cuando se vino a Georgia a finales del siglo pasado, se encontró con una comunidad colombiana que estaba llegando desplazada y sin rumbo, y entonces, como siempre lo fue, generosamente ayudó a muchos a encaminarse en el sistema, a mover sus procesos migratorios y antes que nada a respetar las leyes y a acoplarse a su nueva realidad, ese fue el momento exacto cuando llegó a nuestras vidas y desde entonces, conservamos una conversación fluida.
Por algunos años fue columnista del periódico El Nuevo Georgia y en el 2004 fue el primer latino en aspirar por el distrito 1 de Gwinnett a la Junta Escolar de ese Condado, cuando casi nadie conocía o entendía la importancia de esta.
El pasado 24 de diciembre en las horas de la noche, cuando todos celebraban el nacimiento de Jesús, el señor Cárdenas se dirigía a su casa en Lawrenceville a reunirse con su familia, cuando un sujeto al parecer en estado de embriaguez embistió su vehículo dejándolo mal herido, y a partir de ahí inició una batalla por sobrevivir la cual perdió la tarde de ayer domingo 28 de enero en el hospital Nortside de Gwinnett.
Quedaron muchas cosas por contar, muchos trabajos pendientes que a sus 80 años aun tenía porque eso lo mantenía vivo, pero antes que eso, quedaron muchas vidas tocadas por su generosidad y el alma de quienes lo amaron destrozadas por su partida.
A sus hijos y a su Lucero de siempre… nuestro abrazo de solidaridad y condolencia en estos difíciles momentos.