Aceptar

La vida a veces puede parecer demasiado cruel y confusa, llena de dolor y angustia para algunos, pero a la vez puede ser una constante alegría y armonía para otros, ¿Por qué si hay personas tan académicamente preparadas y otras no, porque las primeras pueden ser más infelices? La respuesta es muy simple y radica en el aceptar la vida, aceptar el momento que se vive.

Esto no significa asumir un papel de victima o de sumisión, es encontrar la calma en medio de la tormenta con el propósito de poder pensar creativamente y buscar estrategias de solución frente al problema.

Aceptar implica tener autocontrol, poder vivir las emociones de una manera sana, es decir sentir tristeza, frustración e incluso enojo, pero no realizar acciones o decir palabras de las cuales podría arrepentirse en el futuro.

Aceptar implica tener entusiasmo de seguir viviendo, soñar,, hacer planes, visionar un futuro alegre. No porque todo ahora parezca el fin, significa que de verdad lo es. Todo pasa.

Aceptar significa tener perseverancia de intentar una y otra vez. Quizás el primer intento por ser feliz, por salir de una situación caótica no funcionó, de dejar a esa pareja que abusa. El seguir perseverando y de una forma más inteligente cada vez, permite alcanzar lo que se quiere.

Aceptar es tener la capacidad para motivarse a uno mismo. Incluso cuando nadie lo hace, y de hecho no es responsabilidad de nadie creer en nadie y motivar a los otros.

Es una labor individual, quizás la vanidad humana ha creado ideales que dicen que se debe ser elogiado y motivado por otros, pero a lo largo del camino la responsabilidad de darse ánimo y continuar trabajando en hacer cambios, en lograr sueños es responsabilidad de cada uno.

Aceptar abre la puerta hacia la libertad y la alegría.