¿Es posible ser abundante y próspero?

Por: Juliana Henao

No importa la raza, el género, la cultura todos los seres humanos compartimos las mismas necesidades básicas y buscamos siempre el bienestar económico y la prosperidad que en otras palabras  se podría definir como alcanzar el éxito, y si bien ésta palabra puede representar algo diferente para cada individuo, en términos generales se podría expresar como en tener libertad financiera, estar libre de deudas,  tener tiempo.

Pero sucede que algunos lo logran y otros no. Porque incluso en países tercermundistas donde todo el mundo se queja, hay quienes logran el éxito y otros no.

Primero, no reconocemos que somos hijos de Dios.

Nos bastaría solo este pensamiento para reconocer la abundancia que hay en nuestras vidas. Dios nos los repite día a día que si estamos a su lado nada nos faltará, pero nuestra humanidad nos lleva a albergar pensamientos de escasez, de necesidad.

Queremos hacer todo a nuestra forma y nos olvidamos de su palabra. Y empezamos a pensar pobremente: culpamos al rico, pensamos que el rico nos debe dar todo, nos conformamos con lo poco, nos entretenemos en tonterías, compramos innecesariamente, trabajamos con desdén porque estamos hacienda rico a quien nos da empleo.

Aquel que empieza a reconocerse como un verdadero hijo de Dios, pero no de palabra, sino que realmente lo vive trabaja con gusto, empieza a planear, busca la creatividad, se alegra que su jefe genera empleos porque sabe que está generando una comunidad con ingresos, agradece, establece metas, se educa financieramente.

Hoy en día el concepto de éxito está más enfocado a tener tiempo y libertad para compartir con quienes se ama que en posesiones materiales.

Segundo, nos da miedo ser felices. Aunque todos lo digamos y decimos que es lo que queremos, nos vemos atrapados en un miedo a salirnos de nuestro círculo de pobreza.

Nos asusta reconocer que nos gusta ser exitosos, que nos gusta la abundancia. Esta forma de actuar no es nuestra culpa, así  no lo han enseñado por siglos, ser pobre era bien visto y ser rico malo. Incluso hoy podemos escucha frases como: “Ese tiene dinero, seguro tiene negocios de drogas, algo raro hizo” “Cómo no iba a tener dinero, si no gasta ni saliva”, entre otras expresiones.

Pero la verdad es que todos anhelamos ser prósperos, y para ellos es necesario reconocerlo en el interior de nuestro corazón, y pedir la sabiduría divina que nos muestre los medios para lograrlo, ya sea a través de un empleo o un negocio propio.

Tercero, no podemos pretender que el éxito y la prosperidad se den un día para otro, se requiere disciplina, enfoque y paciencia.  Son precios que muchas veces no estamos dispuestos a pagar.

Queremos el éxito sin dar nada a cambio, y no es así, cada meta que nos fijemos, cada reto que nos planteamos nos exige un cambio de pensamientos, de rutina y de hábitos. Lo que tenemos que preguntarnos aquí es: ¿Realmente quiero el éxito?

Juliana Henao

Nacida en Colombia, es coach de vida y conferencista internacional, es una defensora de los derechos de igualdad de género y ha trabajado durante años con organizaciones que luchan por ese tema en Estados Unidos y América Latina.

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