¿Qué hacer con los que no se vacunen?

 ¿Qué hacer con los que no se vacunen?

Por: María Isabel Pérez

Esta es la pregunta del millón. Durante todo el año anterior se rogó para que apareciera algo que nos librara del coronavirus que mataba y sigue matando.

En diciembre se nos subió el ánimo. Recibimos la buena nueva, las vacunas estaban listas y nos dejarían ver la luz al final del túnel.  Comenzó el proceso de vacunación y en centros masivos la gente comenzó a llegar por montones a poner el brazo y recibir el pinchazo.

Pero a las pocas semanas esa afluencia comenzó a disminuir. Poco a poco la gente dejó de llegar, y por lo que sabemos en pocos días esos centros masivos serán cosa del pasado.

Permanecerán los puntos locales y la comunidad científica aún confía que se alcanzará la inmunidad colectiva al vacunar al menos del 70 al 80 por ciento de la población. Pero resulta que a medida que pasan las semanas, ese sector de la población se rehúsa cada vez más a recibir la vacuna. Esto comienza a preocupar.  

Las autoridades de salud esperaban que inoculada el 70% de la gente se detendría la propagación del coronavirus. Pero con la aparición de sus nuevas variantes, mucho más contagiosas, esas expectativas se han ido desvaneciendo.

No ayudan los casos de coágulos sanguíneos que se han presentado en personas vacunadas con las dosis de AstraZeneca y Johnson & Johnson. Aunque los números están dentro de lo que prevén los científicos, sin duda ha causado más escepticismo entre los renuentes.

Una encuesta reciente señala que, en Georgia, por ejemplo, 1 de cada 4 individuos no está dispuesto a ser inoculado. Dentro de esta población, los latinos representan un buen número porque siguen siendo cautos a la hora de tomar la dosis.

Frente a esto, los científicos se rascan la cabeza pensando qué se debe hacer para convencerlos. Cada individuo no inmunizado es un riesgo para cualquier plan de contener nuevos brotes de la enfermedad.

Las vacunas protegen contra la sintomatología y las hospitalizaciones. De allí la preocupación de los médicos por cuanto mientras haya personas que no tengan los anticuerpos contra el Covid no se podrá pensar en que lo peor ya ha pasado.

Muchos han expresado que las vacunas se hicieron demasiado rápido para confiar en ellas, que son producto de conspiraciones, que traen un chip para controlar la población, otras están esperando “a ver” qué pasa y muchos definitivamente no creen en la ciencia.

No han bastado las noticias de los enfermos, o la muerte de un familiar, un amigo, un conocido. De lo que pasa en otros países, como la India en donde la gente ya no encuentra dónde enterrar más muertos. No ha servido de nada las continuas campañas de las organizaciones cívicas, ni las explicaciones científicas.

Simplemente, los que se rehúsan a escuchar prefieren continuar con sus creencias basadas en la costumbre, en lo que alguien dijo, en lo que escuchó o vio en las redes sociales.

Las autoridades de salud se encuentran en medio de esa lucha por contener el virus que ha dejado un sistema de salud exhausto y la desconfianza de esa población que pese a lo que ha visto en este año de pandemia, no accede a creer en el producto de décadas de investigación.

Es cierto que las vacunas se produjeron en tiempo récord. El desembolso extraordinario de fondos permitió acelerar los procesos. De acuerdo con la Agencia Federal de Drogas y Alimentos, se otorga un permiso al cumplir con todos los protocolos y requisitos exigidos por la ley. Nada se hace al azar. 

Pero esto no ha bastado para convencer a los dudosos que no quieren vacunarse. Ninguna explicación ha sido buena para que reciban la vacuna. Entonces, ¿qué se debe hacer con los que no se vacunen? 

Mientras se responde a esa pregunta o el virus desaparezca habrá que seguir usando el tapabocas. 

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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