Gotas de Gracia

Una de las acusaciones más concluyentes en contra de la humanidad se encuentra en Isaías 53:6. Cada cual se apartó por su camino. Esta es la esencia fundamental del pecado, el meollo del mismo: apartarnos por nuestro camino.

Su modo de obrar puede ser dar dinero para obras caritativas, mientras que el de otra persona puede ser asaltar un banco. Pero ninguno de esos actos se ha hecho con referencia a Dios; tanto usted como la otra persona se han apartado por sus caminos. Y en un mundo gobernado por un Creador soberano, eso es rebelión, eso es pecado.

Consideremos que en algún país cierto territorio se ha rebelado contra el gobierno central de la nación. Los ciudadanos de ese territorio pueden ser personas decentes, básicamente buenas y respetuosas en sus relaciones comunes.

Pero toda su rectitud no tiene ninguna importancia para el gobierno central. Para las autoridades de éste, hay sólo algo: el estado de rebelión del territorio. De modo que hasta que el problema se resuelve, lo demás no importa.

Esta ilustración, sin embargo, corre el riesgo de ser inadecuada si pensamos en términos de las realidades modernas, ya que ciertos gobiernos centrales son tan claramente corruptos e injustos que pudiéramos aplaudir al territorio en rebelión, pudiendo en ciertos casos, considerar que su rebelión está bien justificada.

Pero el gobierno de Dios es justo y perfecto. Su ley moral es “santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12), de modo que nadie ha tenido jamás una razón válida para rebelarse contra el gobierno de Dios. Nos rebelamos por una sola razón: por que nacimos rebeldes.

Nacimos con la perversa inclinación de hacer nuestra propia voluntad, de tener nuestro propio gobierno interno antes que someternos a Dios.

Ponga usted mucha atención para que no se frustre en su lucha contra el pecado, no se trata de que algunos nos volvemos pecaminosos por causa de un medio nocivo durante nuestra niñez, mientras que otros son bendecidos con una crianza moral.

Se trata, más bien, de que todos hemos nacido pecadores y con una naturaleza corrupta, con la inclinación natural a apartarnos por nuestro propio camino, tal como lo escribió David: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”. (Salmo 51:5).

Aquí encontramos la sorprendente declaración de David de que él era un pecador aun estando en el vientre de su madre, aun durante el período de embarazo cuando todavía no había llevado a cabo ninguna acción, ni buena ni mala.

Así que la próxima vez que piense que otra vez ha fallado y no puede vencer el pecado, tenga presente que eso lo seguirá hasta los últimos días de su vida. La Biblia dice que todos hemos pecado, y casi todo el mundo estaría de acuerdo en este declaración.

El pecado, en el último caso, es la rebelión contra el soberano Creador, Gobernante y Juez del universo. Se opone a la legítima prerrogativa de un gobernante soberano de exigir obediencia de sus súbditos. Le dice a un Dios absolutamente Justo y Santo que sus leyes morales, que son reflejo de su propia naturaleza, no son dignas de nuestra exaltada obediencia.

El pecado no es solamente una serie de acciones, sino además una actitud que pasa por alto la ley de Dios. Pero es aún más que una actitud de rebelión. El pecado es una condición del corazón, una condición de nuestro ser más recóndito; es un estado de corrupción, de vileza, sí, aun de inmundicia a la vista de Dios. Pero no se preocupe, el remedio se encuentra en Jesús.

La próxima edición seguiremos explorando esta preciosa Gracia de Dios, por lo pronto, le animo a que me escriba un correo electrónico con sus comentarios a hector@crosspointsmyrna.org, la primer persona que lo haga, anexando su nombre y dirección, será acreedora de un obsequio.

Si desea saber más sobre estos temas y busca una Iglesia diferente, lo invito a que asista con nosotros a Crosspoint Encuentro Church, una Iglesia con dos Congregaciones, todos los Domingos a las 10:00 AM en Inglés y 12:30 PM en Español, en el 4061 King Springs Rd. Smyrna GA 30082, teléfono 404-957-2522 y 770-333-1775.

Que la superabundante Gracia de Dios sea siempre sobre usted en Jesús.

Rafael Navarro

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