La última cuota

 La última cuota

«¡Uf!, me dijo mi joven vecina esta mañana, acabamos de pagar la última cuota. Nos dejamos atrapar sin haber hecho bien los cálculos y estábamos al límite de lo soportable. Mi marido y yo ya no podíamos dormir».

Se sabe bien que el sobreendeudamiento es un verdadero problema. Algunos tienen conciencia de ello, como esta pareja. Otros gastan más de lo que tienen, sin preocuparse por sus obligaciones, por las cuentas en rojo y las advertencias del banco. ¡Situaciones idénticas, pero actitudes muy diferentes!

Pensando en la deuda moral que los hombres tenemos ante Dios, se pueden distinguir dos clases de personas:

1. aquellas que sienten su responsabilidad ante él sin saber cómo liberarse,

2. aquellas para las cuales el peso de sus pecados no tiene importancia, y lo dejan crecer sin hacerse preguntas.

Pero existe una tercera categoría. Ante el peso de la culpa que las agobiaba, aceptaron que el «pasivo del balance» fuera pagado. Pagado, pero no lo pagaron ellas, pues eran incapaces de hacerlo. Alguien pagó la deuda. En la cruz Jesús pagó en su lugar el inmenso precio que las liberó definitivamente por la fe en él.

En el idioma en que fue escrito el Nuevo Testamento, una de las últimas palabras que nuestro Señor pronunció cuando estaba crucificado fue: Tetelestaï, palabra que se escribía al pie de las facturas pagadas, y que es traducida como “consumado es”. 

Desde lo alto de la cruz, el Hijo de Dios proclamó así que la deuda está pagada. El creyente no le debe nada más a Dios. Incluso es justificado ante él.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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