“Que no se acabe la ayuda”

 “Que no se acabe la ayuda”

Por: Irene Díaz-Bazán 

María Flores vive literalmente conectada a las redes sociales y no es precisamente para entretenerse en medio de las dificultades que impactan su vida familiar.

“Siempre estamos mirando a dónde van a regalar comida”, dice la madre hispana oriunda de Acapulco, Guerrero, quien al emigrar buscó reducir la curva de pobreza económica en la que ella y los suyos se habían ubicado durante años. 

Desde que el COVID-19 hizo sucumbir laboralmente a miles en Estados Unidos, Flores y sus cuatro menores hijos han asistido por lo menos a una decena de actividades de subvención alimentaria. 

“Yo me siento muy agradecida a estas organizaciones donde por lo menos nos aseguran la comida para unos días”, comenta y es cuando acongojada se aferra a su fe “le pido a Dios que bendiga a todos y que por favor no se acabe la ayuda que nos dan”. 

Ella y sus hijos constituyen una de las tantas familias que hicieron fila para ser parte de la distribución de una de las 300 cajas de frutas y verduras, 300 bolsas de alimentos y útiles escolares. 

El evento fue realizado una vez más por la organización Los Vecinos de Buford Highway y la Iglesia Trinity Anglican Church en Warriors Forever Martial Arts, un local en Chamblee, administrado por el maestro de artes marciales invidente, Guillermo Cesario.  

Demanda de alimentos 

Y es que la demanda a las entidades que hacen entrega de alimentos se ha quintuplicado desde que comenzó la crisis del COVID-19, lo que demuestra que el nivel de pobreza va en aumento y las familias dependen de la caridad de este tipo de organizaciones para subsistir. 

María Soto narra que “sus horas de trabajo han disminuido bastante” y eso ha menguado su otrora capacidad de mantener a sus hijos. “Es poco lo que se trabaja, a duras penas se junta para la renta, y cuando tienes el dinero para la renta ya no hay para la comida y nos sentimos estresados al ver a los niños metidos en casa sin poder darles lo que nos piden”.  

Vivir sin lo indispensable  

Día Parker, directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro, Los Vecinos de Buford Highway, reconoce que una de las dificultades más complejas que atraviesan las familias que residen en los 45 edificios de apartamentos que conforman la franja del populoso sector entre Atlanta, Brookhaven, Chamblee y Doraville es la falta de recursos económicos para pagar la renta. 

A ello se suma la falta de dinero para pagar servicios básicos como agua o luz, todas estas circunstancias derivadas del desempleo. 

“Las personas viven preocupadas con el temor que los desalojen de sus apartamentos”, destaca la líder estadounidense quien asegura que los administradores de los complejos habitacionales han sido notificados de la dura situación y se han sensibilizado, pero que eventualmente cuando un inquilino debe demasiados meses de arrendamiento, es sacado de la propiedad.  

De acuerdo con un análisis de Statista, la mitad de las personas que viven en viviendas alquiladas en  EE.UU., podrían correr el riesgo de ser desalojados en los próximos meses.

En general, el país está al borde de afrontar una crisis nacional de vivienda. A partir del 24 de agosto, millones de personas que viven en casas rentadas y contaban con la protección de la Ley CARES quedarán desamparados.  

La reciente orden ejecutiva firmada por el presidente Trump, no frena los desalojos y es una constante preocupación para los inquilinos. 

El núcleo comunitario de Buford, está conformado por familias mixtas; niños nacidos en Estados Unidos y padres indocumentados que debido a su estado migratorio, no han sido elegibles ni para el cheque de estímulo de la administración Trump ni para solicitar el beneficio del desempleo.

En este sentido, la mayor preocupación de quienes dirigen asociaciones de ayuda comunitaria que incluyen a los migrantes;  es que un día la constante necesidad se convierta en pobreza extrema para estas familias que a la fecha buscan empleo, comida y asegurar un techo que los cobije en medio de la cruenta pandemia del coronavirus.

Rafael Navarro

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