La propuesta migratoria de Newt Gingrich

Los candidatos republicanos que se postulan para la presidencia no son tímidos a la inmigración indocumentada en nuestro país. Pero hasta hace muy poco, los candidatos en general evitaron la pregunta de qué harían exactamente con los 11,2 millones de inmigrantes indocumentados que ahora viven en los Estados Unidos.

Gingrich es el único candidato que ha expresado su apoyo a la política inmigratoria que no sea sumamente costosa y autodestructiva en términos económicos. Pero su postura, que él lo ha caracterizado como humana, compasiva y realista no es lo que parece:

Primeramente, la propuesta del ex presidente de la Cámara de Representantes no tiene los resultados que su retórica promueve. El universo de personas que podrían calificar es muy pequeño, y los beneficios que recibirían son poco claros.

Gingrich se imagina la creación de comités de “revisión ciudadana” que tomarían decisiones acerca de quién merece y quien no merece estatus legal. Sin proporcionar criterios explícitos de elegibilidad, sugiere que la dispensación favorable de estos comités locales estaría disponible solamente a personas que han estado aquí durante décadas – ha propuesto 25 años de residencia como el calificador clave – y que se demuestren vínculos profundos y contribuciones a sus comunidades.

A las pocas personas que probablemente podrían cumplir estos requisitos se les prohibirá solicitar la ciudadanía estadounidense o recibir beneficios federales. Para obtener estatus legal, tendrían que demostrar suficientes ingresos laborales para pagar un seguro médico privado y pagar una multa de 5.000 dólares. Esto, por sí solo, descalificaría a muchos estadounidenses.

Si pierden su puesto de trabajo que les ayuda a calificar, perderían su estatus legal. En resumen, la propuesta “humana” y “compasiva” de Gingrich es en realidad un programa de alto riesgo y baja recompensa que daría poco consuelo a los votantes latinos que quieren que el problema sea resuelto.

De manera significativa, al mismo tiempo que Gingrich defendía su propuesta de revisión ciudadana, intensificó su compromiso a la mano dura del cumplimiento de la ley. Primero, dejó claro que alguien que no forme parte del pequeño universo de aquellos capaces de llenar los requisitos de un comité de revisión ciudadana estaría sujeto a procedimientos de deportación inmediatos.

Gingrich, obviamente, ha internalizado los consejos de algunos estrategas equivocados que sugieren que el “problema latino” de los republicanos es uno de tono, no de sustancia. Pero golpear a los inmigrantes indocumentados con un palo mientras se habla dulcemente a un conjunto pequeño de trabajadores indocumentados no funcionará con los votantes latinos.

La última razón porque Gingrich tiene una baja probabilidad de ganar tracción con el electorado latino es culpa por asociación.

Los latinos se sienten frustrados con las políticas de aplicación de la administración del Presidente Obama, pero también son muy conscientes de que los republicanos se han unido en oposición a la legislación demócrata que trata en una manera constructiva y humana con los inmigrantes indocumentados, quienes con frecuencia viven lado a lado con los votantes latinos.

Si Gingrich quiere seriamente alcanzar y luchar por estos votantes, va a tener que empezar con una propuesta de reforma más realista y más generosa. También va a tener que enérgicamente retroceder su apoyo a las deportaciones inmediatas, iniciativas severas estatales, y construcción de cercas.

Por último, si espera atraer a estos votantes, va a tener que llevar a su partido a que dé un giro de 180º en lo que se refiere a este tema.

The Center for American Progress Action Fund

Rafael Navarro

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