Requieren de su ayuda urgente

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Antes de terminar la primera frase, José sucumbe ante los sentimientos que lleva apretujados en su alma, le pesan tanto como las dolencias de su cuerpo, pero ambos pesares los ha sabido poner en las manos de Dios, de quien dice, depende toda su existencia, aun los días de vida que le quedan, de los que espera un verdadero milagro.

José vive junto a su esposa Ligia, en una modesta casa móvil que un amigo les ha prestado mientras superan todas las calamidades que a raíz de su enfermedad han venido a agravarles más la situación. En enero de este año, por fin luego de una larga lucha en la que claudicaron perdieron su casa con el banco.

“SI en ese tiempo la hubiéramos podido mantener, tampoco la pudiéramos pagar ahora” dice Ligia con cierto aire de resignación.

Perdieron todo

“Mi situación es precaria, no tengo trabajo, estoy enfermo, tengo cáncer, vivimos de una pensión muy pequeña que recibe mi señora que escasamente nos da para pagar los servicios…” narra José mientras su voz se va entrecortando y sus ojos enrojecen.

“Nosotros confiamos en nuestro señor Jesucristo…” alcanza a pronunciar antes de entrar en sollozos.
Ligia dice que hace dos años y medio José comenzó a sentirse enfermo, iba al médico y se hacía sus tratamientos pero podía trabajar, sin embargo en enero de 2013, las dolencias terminaron por reducirlo al reposo porque sus fuerzas decaen cada día.

“Según la doctora que lo está tratando no puede volver a trabajar, debido a la enfermedad” asegura Ligia, y es que su esposo ha desarrollado un cáncer que ya hizo metástasis en todo su cuerpo, afecta el noventa por ciento de sus órganos y lo último que le ha salido ha sido un tumor en la cintura que no le permite estar ni sentado por largo tiempo.

“A raíz de su enfermedad perdimos todo, y yo he ido vendiendo lo poco que nos quedaba para ir comprando las medicinas pero ya todo se ha acabado”, dice Ligia, mientras con su mirada trata de abarcar la habitación donde está para corroborar que ya no tienen nada.

Cotizó para el Social por más de 20 años

Pero la historia de Ligia y José, no empezó cuando éste se enfermó. Ambos cuentan que llegaron desde Colombia hace alrededor de 23 años, inicialmente a New Jersey, y que en Georgia tienen unos ocho años.

Cuando ellos llegaron en ese tiempo podía obtenerse sin problema un número de Seguro Social, y con ese número, José trabajó y cotizó por más de 20 años.

“El ha cotizado más de las 40 semanas reglamentarias, él tiene derecho a una pensión, pero no se la dan porque no tiene un permiso de trabajo o no es residente legal, por eso no le dan nada”, dice Ligia.

Y en efecto, la pareja ha buscado por todos los medios que la oficina del Seguro Social reconozca sus aportes y en distintas cartas los oficiales del gobierno le han manifestado que sus aportes no están en duda y que, solo requieren que anexen a los documentos la copia de su green card o su permiso de trabajo vigente para ellos hacer los trámites correspondientes a la pensión.

De igual modo, sus aplicaciones para Medicare, por tener Luis sus 65 años, también han sido rechazadas porque no puede demostrar su estadía legal en el país, mientras el cáncer terminal que carcome sus entrañas, sigue haciendo mella en su humanidad cada día.

Una ayuda urgente

En la actualidad Luis debe tomar entre 12 y 14 medicamentos al día, lo que representa para la pareja el principal reto y la mayor preocupación, por eso Ligia dice que ella no descansa, porque el resto de cosas pueden conseguirse.

“A mí no me preocupa tanto la comida porque eso lo arreglamos con las pocas personas que conocemos que nos traen”. Recuerda que en su desespero un día llamó a la radio para contar su situación y una mujer llamó para ofrecerles cincuenta dólares y todavía pasa cuando tiene oportunidad y les deja alimentos.

Pero los costos de los medicamentos superan los 400 dólares mensuales, porque ahora toma dos diferentes tipos de morfina y esteroide para caminar un poco mejor, 4 medicinas para el corazón, porque hace dos meses le dio un infarto, toma quimioterapia, porque luego de seis sesiones ya no aguanta más ese procedimiento, toma además una medicina para la gastritis otra para las nauseas y otra para el hipo.

“Eso es lo que me desespera, cuando me acuesto y recuerdo que al día siguiente amaneceremos sin un centavo y él necesita sus medicinas para poder aguantar los dolores” dice la mujer, al tiempo que es ahora su voz la que se quebranta como ya no pudiera más.

Ligia fue diagnosticada con estrés post traumático y eso la obligó también a abandonar su trabajo, pero igual dice que no pudiera hacer nada, excepto cuidar a su esposo enfermo.

“Por eso tengo que pedir ayuda de la comunidad…para poder comprar las medicinas para él, es lo que más me preocupa…porque donde él pudiera trabajar yo se que trabajaba como siempre lo hizo”

INFORMACION PARA AYUDA

José y Ligia no tienen una cuenta bancaria activa, por eso las personas que deseen colaborarles deben ponerse en contacto con ellos personalmente llamándolos al: 678 232 9193.

En esta modesta casa móvil Ligia pasa verdaderos momentos de angustia al no tener como comprarle las medicinas a su esposo.
En esta modesta casa móvil Ligia pasa verdaderos momentos de angustia al no tener como comprarle las medicinas a su esposo.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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