Reconozca su entorno familiar para ayudar a sus hijos y prevenir el suicidio

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Por: Vilma Orrego*

A pesar de todos los cambios sociales de los últimos tiempos la familia sigue siendo el lugar al que recurrimos para satisfacer nuestras necesidades de seguridad física, emocional, salud y bienestar. Es frecuente que la mayoría de nosotros demos tan poco valor al papel que el entorno familiar juega en los procesos de vida, relacionados con la salud.

La familia es la fuente principal de nuestras creencias y pautas de comportamiento relacionadas con la salud. Las tensiones que sufre la familia en el esfuerzo de adaptarse a las distintas etapas vitales por las que atraviesa pueden repercutir en la salud de todos los miembros de la familia.

Consideramos que la familia es un recurso valioso y una fuente de apoyo para todo el núcleo familiar. Si el entorno familiar es sano, amoroso, saludable, estable y fuerte entonces es más fácil manejar cualquier situación dentro de ella, se tendrá mejores resultados en caso de enfrentar una enfermedad en la familia como la depresión.
La familia podrá manejar mejor este proceso tomando algunas pautas para ayudar a la recuperación de un enfermo con depresión. En caso contrario, donde el entorno familiar es conflictivo, estresante, con actitudes violentas de parte de uno de los padres o de ambos, entonces será más difícil y complicado manejar cualquier situación en el hogar especialmente si hay un enfermo en casa.

La familia y sus miembros deben considerar que de una u otra manera pueden sufrir las sobrecargas y situaciones en la convivencia con el enfermo, aumentando el riesgo o predisposición de desarrollar sus propios síntomas. Por otro lado es importante saber que la familia es un recurso valioso y una fuente inmensa de apoyo para el tratamiento y recuperación de la enfermedad.
Para comprender que tan importante es el papel que la familia juega en el desarrollo de la formación física, mental, emocional y spiritual de cada individuo, proporcionamos la siguiente información.

La familia como “causa” – Como conocimiento general, sabemos que la infancia es una de las etapas importantes del ser humano, y los especialistas confirman este conocimiento, que la infancia es la etapa primordial en el desarrollo humano y que dependerá de esta etapa para que cuando éstos niños sean adultos tengan un comportamiento balanceado y puedan manejar sus propios problemas y situaciones adecuadamente.

Si los padres, en especial la madre tienen una forma de educar culpando y criticando, acompañado de un alto grado de control, entonces esto definitivamente puede predisponer a la aparición de cuadros depresivos en la edad adulta. La angustia de un niño o un joven puede manifestarse como un problema alimentario como obesidad, bulimia, anorexia, homosexualidad, depresión o, lo más frecuente, algún tipo de adicción. Es sabido que en la familia existe una modalidad aditiva aunque por lo general se trata de formas socialmente aceptadas, a veces parte de la cultura y en consecuencia, no son consideradas como un problema clínico.

Los padres necesitan dar estructuras firmes, sentido de pertenencia, valoración, refuerzo de la autoestima, reglas claras y límites precisos. Nada más perjudicial en la educación que un comportamiento errado por parte de los padres, estos tienen efectos negativos: debilidad de carácter; la excesiva rigidez; la incoherencia de las reglas; la indecisión; la indiferencia; la sobreprotección obsesiva; la ausencia de valores; y los modelos pesimistas. Todos estos son elementos que contribuyen para convertir al niño y al adolescente en un buscador de substitutos que cubran las carencias del hogar.

Distintas enfermedades, entre ellas la depresión, suelen ir precedidas de un aumento de sucesos vitales estresantes, en el núcleo familiar, como por ejemplo: la pérdida del empleo, un fallecimiento, una separación de los padres, o quizás un divorcio, incluso unas Navidades pueden ser una fuente importante de estrés.

La mayoría de estos sucesos ocurren en el seno de la familia, esta es una realidad latente que debemos tener en cuenta. Asimismo tener la vivencia de que nuestra familia no ejerce adecuadamente su función de apoyo material y afectivo puede favorecer la aparición de un cuadro depresivo. Principalmente la falta de afecto o confianza en el cónyuge constituye un factor de riesgo de aparición y evolución de síntomas depresivos, con mayor incidencia en casos donde las mujeres, están recuperándose después de un alumbramiento, en otras palabras después del nacimiento del bebé.

Es importante estar alertas a cualquier situación que suceda en nuestro entorno familiar. Si usted o cualquier miembro de la familia se sienten abrumado, confundido o comienza a presentar
síntomas depresivos, no debe dudar en acudir inmediatamente a la consulta de un médico:

-El suicidio es un fenómeno complejo que ha centrado la atención de médicos, psicólogos, teólogos, filósofos y artistas a lo largo de los siglos. Debido a que es un problema grave de Salud Publica, el suicidio requiere nuestra atención especialmente de la familia.

La prevención y control no son tarea fácil, estudios de investigación recientes indican que la prevención del suicidio, comprende una serie de actividades que van desde la provisión de las mejores condiciones posibles para el desarrollo y la educación en niños y jóvenes hasta el tratamiento eficaz de trastornos mentales y el control medioambiental de los factores de riesgo. La difusión apropiada de información y una campaña de sensibilización del problema son elementos esenciales para el éxito de los programas de prevención.

Cuando un individuo se quita la vida, el impacto de su muerte tiene un efecto de réplica, todos los que están relacionados con la persona sentirán la pérdida. Un consejo profesional es que si todos los familiares y amigos pudieran reunirse para compartir y apoyarse mutuamente durante este período de tiempo, la adaptación y sentimiento en relación a la pérdida del ser querido se hará con mayor prontitud y aceptación.

Este apoyo mutuo produce un profundo lazo de amor y conexión que produce una emoción mutua colectiva de aceptación y comprensión de la realidad que se está viviendo. Estadísticas muestras que por cada persona que muere por suicidio, 10 personas se afectan , esto representa un número significativo que podemos reducir, si estamos preparados y trabajamos conjuntamente en tomar responsabilidad de nuestras palabras, pensamientos y acciones con respecto a la educación de nuestros hijos.

Sabemos que el impulso natural de los padres es proteger al niño y al joven del trauma o de la situación que está experimentando. No obstante, la respuesta mentalmente saludable es esforzarse para enfrentar la situación de manera positiva y con mucho amor. Deben ser abiertos y honestos en la medida en que ellos sean capaces de comprender y explorar su conocimiento acerca de la muerte y el morir.

Hoy en día profesionales de salud mental pueden ayudar a individuos y familias a superar los dolores emocionales de una pérdida de un ser querido por medio del suicidio. “No hay que sufrir en silencio.”

*Vilma Orrego, es Suicide Prevention Coordinator
CETPA, INC. Mental Health & Substance Abuse Services

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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