La mochila de Brendy: Una migrante de seis años expulsada de Georgia

 La mochila de Brendy: Una migrante de seis años expulsada de Georgia

Brendy tomada de la mano de su padre entra a las cortes de inmigración en Atlanta.

Brendy tomada de la mano de su padre entra a las cortes de inmigración en Atlanta.

Por: Irene Díaz-Bazán, especial para El Nuevo Georgia

A mediados del 2017, la guatemalteca *Liliana Flores había reingresado a Estados Unidos por la frontera con Tijuana con la esperanza de lograr un amparo migratorio.

La joven madre indocumentada de 23 años trajo consigo desde su comunidad indígena lo más importante; sus hijos menores.

Brendy, la tercera de seis años apenas recordaba el suelo estadounidense de donde tuvo que marcharse hace más de un año junto a su progenitora. Esta vez, su madre estaba decidida: volvería al lado de su esposo y daría batalla legal hasta obtener el asilo político.

-“No tengo antecedentes criminales, vengo a trabajar honestamente merecemos estar aquí”, sostuvo.

La centroamericana, se armó de valor y ayudada por un “coyote” se alejó de la comunidad indígena donde los días se hacían eternos.

En San Pedro La Laguna, al occidente de su país, Guatemala, sus posibilidades de salir adelante con tres niños, eran prácticamente imposibles.

Al atravesar el cruce fronterizo, fue detenida por las autoridades migratorias junto a sus hijos. Horas después fue liberada con la condición de presentarse con Brendy ante un juez de inmigración.

Con un expediente bajo el brazo, llegó hasta Georgia. Así junto a su compañero alquiló un apartamento en Chamblee Dunwoody Road en la ciudad de Chamblee, una zona muy frecuentada por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, ICE.

En la humildad de su casa, que también era el recinto de un grupo de personas de fe que se congregaban para orar, Liliana intentó hacer una vida normal. Siempre usaba faldas largas, tanto por su religión y sus tradiciones, como para cubrir la tobillera con un dispositivo GPS que le habían colocado los agentes de ICE.

Las actividades de Flores eran vigiladas mientras ella abrigaba la esperanza que su abogado de inmigración lograría eventualmente convencer al estricto juez de inmigración de concederle a ella y a su hija Brendy la estadía legal en Estados Unidos.

Pero la administración del presidente Donald Trump, ya había endurecido sus políticas contra migrantes detenidos al cruzar ilegalmente la frontera y casos como el de ella, estaban siendo rechazados.

Hasta que una carta de inmigración le advirtió que debía salir a la brevedad del país.

La clase interrumpida

La mochila que se quedó esperando a la menor guatemalteca.

El 21 de febrero de este año, Liliana, se presentó con uno de sus hijos de 2 años, nacido en Estados Unidos a la corte de inmigración de Atlanta, ahí recibió sin clemencia la orden de abandonar suelo estadounidense.

Pero los agentes migratorios exigieron la presencia de Brendy. Liliana había decidido dejar a la niña “para que tenga un futuro mejor”, decisión que fue revocada de inmediato por la autoridad migratoria.

Su padre fue hasta la escuela primaria Dresden en Chamblee para interrumpir sus clases y sacar a la menor.

La pequeña Brendy salió con los ojos desorientados, el cabello amarrado en una cola de caballo, vistiendo pantalones de mezclilla, medias blancas y zapatos rojos.

Ambos fueron hasta el Consulado General de Guatemala en Atlanta para solicitar a sus representantes consulares interceder para evitar la deportación de la menor al ser una estudiante…pero vanos fueron los intentos.

Brendy con las manos vacías, llegó hasta el local de ICE para reunirse con su madre. Una hora después estaba en un vuelo de deportación.

La pequeña me sujetó la mano y me pidió que la llevara a casa, dijo que quería quedarse en Atlanta con su hermanita mayor. Pero todo estaba consumado.

Mientras el avión donde iba Brendy surcaba las nubes de regreso a Guatemala, su mochila azul se quedó en su aula de primer grado como muda testigo de su paso por la escuela.

Atrás quedaron los días felices en que -entre risas- jugaba con sus compañeritos de clase y resolvía sus tareas de matemáticas -su curso favorito-.

El sistema migratorio le negó a una pequeña la oportunidad de cultivar a una profesional emprendedora y bilingüe y prefirió deportarla.

A miles de millas de distancia, la pequeña Brandy reclamó su ropa y su mochila y, con ello, parte de una de las etapas más felices de su vida que quedará como parte de sus recuerdos.

*Nombre cambiado

1. Brendy tomada de la mano de su padre entra a las cortes de inmigración en Atlanta.

2. La mochila que se quedó esperando a la menor guatemalteca.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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