La historia de Fredd Reyes: De la cárcel a luchar por su sueño!
Por: Rafael Navarro- ENG
Eran no menos de las cinco de la mañana del pasado 25 de septiembre cuando Fredd Reyes, un joven guatemalteco de 24 años, fue despertado por su madre, tras haber permitido que unos 5 oficiales del servicio de inmigración ingresaran a su residencia, sin saber lo que ocurría a partir de ese momento.
Aplicado en sus estudios, Reyes recuerda que no hacía mucho se había recostado luego de una jornada de estudio que se prolongó hasta la madrugada, ya que debía presentar un examen de química a las 9 de la mañana.
“Cuando salí y vi a los oficiales en la sala de la casa… me imaginé enseguida a qué venían”, afirmó el estudiante.
Desde Guatemala en busca de un mejor destino
Corría el año 1989, en medio de uno de las peores crisis política y económica en Guatemala, cuando Freddy Reyes y su esposa, decidieron venirse con sus 4 hijos a Estados para probar una nueva vida y ofrecerles a ellos otros horizontes.
En 1998, los Reyes sometieron una aplicación de ajuste para ellos y sus niños, basados en la petición de una hermana que ya era ciudadana, la cual fue aceptada y prosperó hasta cuando las autoridades de inmigración de dieron cuenta que la familia ya estaba en el país y se había quedado más de lo previsto, violando la ley de los 180 días.
Para ese entonces Fredd acababa de cumplir 11 años y según supo después la familia entera había quedado sujeta a una salida voluntaria, dado que el abogado que les llevó el caso no supo responder ante algunos requerimientos de la oficina de inmigración.
De estudiante brillante a prisionero de “alta peligrosidad”
Lo que pasó antes de la salida del sol ese 25 de septiembre, marcará para siempre la vida de Fredd y su familia. “Uno de los oficiales me dijo que me iba a arrestar, que debía esposarme enseguida y que debía llevarme así como estaba”, dice el joven, a lo que se rehusó porque aun estaba en ropa interior y en chanclas.
Al momento dice que unas 5 patrullas tenían rodeada toda el área de su residencia y el operativo se hizo como los que él ha visto en televisión para capturar a los peores asesinos. “Me sentí muy mal, me pusieron cadenas en los pies y me esposaron las manos…eso me dolió mucho, porque me sentí como el peor delincuente”, afirma.
Fredd que estudia Administración de Empresas, Finanzas y Español, había decidido hacer un curso de limpieza dental debido a que su estatus migratorio no le permitía acceder a algún alivio financiero en el pago de su colegiatura, aun así, hacía todo lo posible por no dejar de estudiar y salir adelante.
“Lo primero que le dije a los oficiales fue, hoy tengo un examen a las 9, déjenme presentarlo, y ellos me dijeron que no, que ya no iba a poder ir más a estudiar…”
Lo que vino después fue un peregrinar, primero por la cárcel del condado de Burlington en Carolina del Sur, luego a la cárcel de inmigración en Gainesville y más tarde al Centro de Detención de Stewart.
“Siempre nos trataron como a los peores asesinos, no nos daban calcetines, solo chanclas abiertas a pesar del frio y siempre que nos trasladaban lo hacían encadenándonos de los pies, esposados y luego amarrados unos a otros”, recuerda.
Una historia que movió corazones
Uno de esos trámites que pudiera considerarse rutinario, cambió el rumbo de la historia de este chico, que es cantante desde los 7 años, toca la guitarra y el bajo, sueña con ser actor y tiene varias canciones grabadas. Ese día recuerda que alrededor de 30 guatemaltecos recibieron una llamada del consulado de su país y era el vicecónsul el que les hacía varias preguntas.
Reyes dice que cuando le tocó su turno contó su historia y supo que la cónsul Beatriz Illescas estaba escuchando a través del altavoz.
“Una hora después fue la cónsul la que me llamó, porque le había dolido tanto escuchar mi historia…ella me dijo yo quiero pelear por ti…lo que te pido es que tengas paciencia, deja que hagamos algo por ti…ella me dio mucha fuerza en ese momento”, afirma el joven.
Así fue como Illescas contactó abogados en La Florida y a la Alianza Latina de Georgia Por los Derechos Humanos—GLAHR, lo mismo que a otras organizaciones.
Sin embargo, sus compañeros de estudio, sus amigos y la prensa local de Lexington en Carolina del Sur se habían iniciado una campaña de apoyo al joven que consistía en hacer llamadas a la cárcel de Stewart y enviar faxes, a la oficina de su oficial de inmigración asignado, a fin de parar la deportación que debía hacerse efectiva el 24 de noviembre.
Un nuevo soñador
Fredd dice que desde que estaba en el segundo año de la escuela secundaria comenzó a darse cuenta que muchas de las oportunidades que se le abrían por sus buenas calificaciones no las podía aprovechar por no tener documentos migratorios, aun así, se propuso no pensar en ese obstáculo y seguir adelante.
A nivel nacional perdió la oportunidad de ser uno de los participantes del reality show, La Academia, uno de los más famosos de México, justamente por no poder salir del país, al quedar entre los 18 seleccionados.
“Me daba cuenta que no podía acceder a becas por no ser ciudadano..y eso me afectaba y me hacía sentir presionado…mi esperanza era una reforma…y así es como he pasado los años esperando y hubo tantas universidades a las que pude haber entrado por mis notas y por mis servicios comunitarios…” se lamenta.
Todo ello ahora le valió, porque recuerda que dos días antes que lo fueran a deportar, lo llevaban y lo sacaban a hacerle preguntas sobre sus calificaciones en la escuela y hasta le pidieron que llamara a las universidades donde había estudiado para pedir sus calificaciones.
“Yo me preguntaba, qué será lo que está pasando allá afuera”, relata el joven, mientras su oficial asignado le dijo que hacía 5 días no había podido trabajar bien porque tenía todas las líneas telefónicas y de fax de su oficina de personas pidiendo que lo dejaran libre.
“He contestado más de 150 llamadas en este momento…” dice Fredd que le confesó el oficial, quien además le anunció que de todos modos sería deportado a Guatemala.
El mejor pavo de Acción de Gracias
La noche del 24 de noviembre Fredd recibió la noticia de su salida, justamente el día programado para su deportación y a las 6 de la mañana del 25 Día de Acción estaba en su casa en medio de los suyos.
“Esta experiencia me ha animado mas y quiero ser la voz de mucha gente…quiero decirles que hay un mejor mañana y hay una esperanza y hay gente que está luchando…lo malo ya me pasó…ya no tengo que esconderme, gracias a Dios que esto me pasó…ahora voy a pelear por las personas que como yo, viven con miedo y escondidos en las sombras” afirma.
Fredd ahora hace parte del grupo de Soñadores de Carolina del Sur y ha comenzado a ser activista a favor de los jóvenes que como él, no escogieron venir a Estados Unidos, sino que fueron traídos por sus padres.
“Yo había escuchado sobre los primeros Dreamers y me quedé impresionado pero no estaba muy involucrado, sin embargo ellos hicieron una gran labor con mi caso…Yo me siento comprometido y sé que es necesario hacer algo…”
Dentro de sus planes futuros, está escribir un libro, porque durante su estadía en las tres prisiones, recogió testimonio de muchas personas que estaban sufriendo sin ser delincuentes, y muchos de ellos escribían notas que luego le entregaban para que él las usara en sus historias.
De aquellos amargos momentos como él les llama, aun recuerda, como todos gritaban y lloraban pero al llegar la hora de dormir él sentía la presencia de Dios.
“En las buenas y en las malas y en las humillaciones y los gritos…le puso a todo mi mundo en las manos de Dios y El estuvo ahí a través de tanta gente”, expresa.
“Yo tengo mis metas y aquí tengo mi vida…donde fuera que estuviera yo se que una mala experiencia no derrotará mis sueños…” concluye Fredd, mientras sigue tan feliz, como si todo lo ocurrido hubiera sido un sueño.