La violencia doméstica mata, pero hay alternativas para sobrevivir

 La violencia doméstica mata, pero hay alternativas para sobrevivir

Por: Rafael Navarro & María Isabel Pérez

Las autoridades acudieron a una residencia de Roswell, el pasado 2 de octubre, donde una mujer había sido herida con arma blanca por su propio marido. La víctima no sobrevivió.

La policía la identificó como Rosa Evaristo Pérez de 31 años, quien fuera apuñalada por su esposo Arturo Martínez, el mismo que se suicidara poco después lazándosele a un camión en carretera 285 en sentido oeste, la pareja deja dos hijos, un adolescente de 15 años y una menor de 7.

La anterior tragedia, es solo una de tantas que se repiten a lo largo del estado de Georgia, como resultado de la violencia doméstica que lastimosamente cobra víctimas fatales y deja secuelas sino de por vida, por largo tiempo.

Las cifras aumentan

Norma Mendoza, directora del Centro Contra la Violencia Familiar, CFVC, del Condado de Cherokee, explica el impacto de este fenómeno en la comunidad hispana.

“Estamos hablando de que una de cada tres latinas en Estados Unidos ha sido víctima de violencia doméstica, y uno de cada 18 hombres también inmigrante es víctima de violencia doméstica”, dice.

Mendoza, expresa la preocupación de las organizaciones que defienden los derechos de los más vulnerables y señala que el año pasado 200 personas perdieron la vida víctimas de violencia doméstica en Georgia. Lo grave es que muchas de ellas han vivido en esta situación una y otra vez.

“Es un ciclo que se repite, cuando no pierde la vida, el agresor o la agresora busca justificaciones y después comienza otra vez la agresión”. Especialmente en culturas donde el machismo o las costumbres de los pueblos presentan como “normal” este tipo de abusos.

Las sobrevivientes

Rosalía” es una sobreviviente de violencia doméstica que explica su drama desde que era una menor.

“Yo viví la violencia física, sexual y emocional, económica, de todo un poco”, comenta.

“Empezó en el 2006, pero sobre todo la violencia física porque mi compañero quiso quitarme la vida, me golpeó, me tiró en la cama, me puso una almohada encima y me dijo ¡muérete!”, narra la mujer.

Dijo que incluso en su país, fue a buscar ayuda donde un sacerdote y éste simplemente no le hizo caso, y la despidió diciéndole que esas eran “cosas de su casa”.

El de Rosalía es uno de los cientos de casos que atiende el Centro Contra la Violencia Familiar de Cherokee, el cual proporciona una variedad de servicios, incluyendo albergue de emergencia, un centro de crisis de 24 horas en inglés y español, consejos en persona, grupos de apoyo para adultos/as y niños/as, acompañamiento a la corte, asistencia legal gratuita, asistencia para establecer la vivienda, asistencia con los beneficios públicos y celulares gratuitos de emergencia para marcar al 911, entre otros.

Pero pese a que existe toda una gama de ayuda, el flagelo de la violencia doméstica se sigue experimentando en todos los niveles de la sociedad.

“Hemos atendido 831 personas víctimas de violencia domestica de 85 países principalmente de América Latina” dice Mendoza.

Estos servicios están disponibles para todas las víctimas independientemente de su origen, de hecho, como lo explica Lorena Ponce, asesora multicultural: “en la lucha contra la violencia doméstica se trabajan varios aspectos como refugio, asistencia legal, órdenes de protección y vivienda si es que necesitan un albergue provisional”.

Específicamente en el tema de violencia física, Ponce anota hasta dónde puede llegar un agresor en su afán de dominar a su víctima.

“Entre los casos más graves que hemos atendido figura la estrangulación en donde cortan la respiración de la persona, y golpes físicos, que llegan a abrirles la cabeza a sus víctimas”, afirma.

Borrando las huellas del dolor

A diferencia de Rosalía, quien tiene menos prevención, Margarita todavía tiene cicatrices que le recuerdan una vida tortuosa al lado de la persona que alguna vez, le juro amor eterno.

 “Las secuelas quedan como el miedo, el temor a salir, de encontrar a otra persona para tener una relación cercana, todo esto permanece a pesar de toda la ayuda que he recibido. Me quedó una marca y borrarla es muy difícil”, dice la mujer a El Nuevo Georgia.

Las terapias, el acompañamiento y la ayuda que ha recibido, parecieran ser pocas, ante el fantasma que ella misma ve en su rostro, y que ahora ha comenzado a dejar atrás poco a poco, con el apoyo de otros especialistas.

“Cuando las mujeres son víctimas de la violencia tienen cicatrices, tiene secuelas, la mayoría son más sicológicas que físicas y a veces van de la mano, por eso la fundación cuenta con un equipo para el soporte sicológico y cuando hay huellas físicas, es cuando entramos a trabajar sobre las cicatrices”, dice Eyi Venegas de Makeover Aesthetics.

Venegas sin embargo indica que hay mujeres que prefieren ver las cicatrices porque les recuerda lo que pasaron y vivieron, lo que las hace más fuertes, mientras otras mujeres dicen que no quieren ver esas cicatrices, que prefieren borrarlas de su memoria.

“Si hay formas de borrar esas cicatrices con un trabajo en equipo en lo físico y psicológico. Eso es parte de esa sanación”, puntualiza Venegas.

En la lucha contra la violencia doméstica, estas organizaciones hacen un llamado a las víctimas a que busquen ayuda, ya que hay recursos y agencias que se encargan de brindar asistencia en todos los aspectos.

En el estado de Georgia, se cuenta con una línea habilitada para ayudar a víctimas de violencia doméstica en español las 24 horas: 1800- 334-2836, sin importar la condición migratoria de la persona.

FOTO:

Eyi Venegas de Makeover Aesthetics en Atlanta, acompaña a una sobreviviente de violencia doméstica que atiende el Centro Contra la Violencia Familiar del Condado de  Cherokee y que ha sido una de las 5 mujeres seleccionada para recibir tratamiento de restauración estética facial gratuita en esa clínica.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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