La música en su voz, y en las venas la herencia de sus abuelos
Por: Angélica Ahumada, especial para El Nuevo Georgia
Julio César Ahumada nació en Barranquilla, Colombia, desde niño estuvo rodeado de muchos colores y matices musicales.
“Crecí dentro del folclor…desde que nací y tuve uso de razón fue escuchando tambores, escuchando ritmos folclóricos de la costa”, dice.
Brayan Cáceres como es reconocido en el mundo artístico inició sus estudios de música a los 10 años, empezó con la percusión, el tambor y la tambora. Tres años después se fue a vivir a Venezuela, desde ese entonces nunca dejó de ir a Colombia, siguió trabajando, aprendiendo también con la influencia de la salsa y merengue.
A los 13 años, descubrió que también cantaba.
“Soy percusionista… Empecé a cantar bullerengue, a cantar folclor, que era lo que me enseñaban mis tíos, era lo que yo escuchaba, empecé a aprenderme las canciones y ahí empiezo a experimentar en la música latina, como la salsa, el vallenato, empiezo a cantar bachata, merengue y ahí me fui perfeccionándome como cantante y como músico”, recuerda.
Buenos recuerdos
A pesar de los obstáculos Brayan siempre ha mantenido su fe a toda prueba.
“Mi vida ha sido chévere, pero he tenido malos momentos como todo el mundo… momentos difíciles… cuando salí de Venezuela, tenía un negocio de ropa y fui perdiendo todo, al final no lo pude sostener…”
Entonces salió a Colombia dejando a sus hijos y su mujer.
“Recuerdo que tenía un par de zapatos y me los había regalado mi hermana… Eso me recuerda a lo que pasé en Venezuela, a lo que pasé en Colombia para llegar aquí…”
Después de 15 años viviendo en Venezuela su única opción era empezar de cero. A pesar de las dificultades siguió haciendo música.
“Nunca la he dejado, he tratado de vivir de la música, es mi sueño poder vivir de la música”
Cuando el artista tomó la decisión de venir a Estados Unidos, inicialmente llegó a Miami, donde tiene familiares que también son músicos, luego decidió venir a Atlanta buscando nuevas oportunidades.
El inicio no fue fácil, estuvo trabajando en construcción y como comerciante, un poco alejado de los instrumentos musicales y del canto que tanto le apasionan, pero un día en una integración del trabajo, lo escucharon cantar por accidente y fue inevitable que sus compañeros quisieran conectarlo con personas influyentes en el mundo de la música en Atlanta.
“Todo en esta vida se puede hacer, en Dios todo es posible”, dice ahora Brayan.
“Nunca se puede perder la fe en Dios porque él tiene solución para todo. Siempre tener responsabilidad, porque si no eres responsable en la casa, no eres responsable con tus sueños”, advierte.
Dice que todo se puede hacer si se tienen los sueños y la disciplina.
“Se puede hacer, puedes salir, puedes rumbear, puedes saltar, pero nunca perder el norte de tus sueños”
No aceptes un “No” como respuesta
Brayan dicen que en el camino no solo se encuentran obstáculos sino verdaderas murallas que parecen infranqueables.
“¡Siempre vas a encontrar un no, ese no lo aceptes, nunca aceptes un no, siempre ve pa’ lante’, y di, si puedo, si puedo, si puedo… Ahí está el secreto y si es ese tu sueño trabaja por él!
“Nada es fácil pero cuando la montaña es grande… más grande es el premio”
El Cantante lleva la música en sus venas y el sabor tropical desde muy niño; creció en casa de sus abuelos, por eso aprendió bastante sobre la cultura afrodescendiente, todos sus tíos son músicos y cantantes.
La familia del artista ha sido pionera dentro del carnaval de Barranquilla, el segundo más importante del mundo, iniciando los grupos de danzas afrodescendientes que todavía existente y que ahora se han multiplicado.
“Mis abuelos llegaron a Barranquilla y mis tíos iniciaron las danzas y los grupos…que hoy son reconocidos como patrimonio cultural tangible de la humanidad por la UNESCO, y de ahí nacen los diferentes grupos que hoy en día existen”.
El motor que lo mueve
“Mi motor son mis hijos”, dice sin dudarlo dos veces Brayan.
“Tengo dos hijos, un varón de 10 años y una niña de 15, desde que tuve mi hija, hasta el momento nunca me he separado de ella”.
Dice que cuando uno se gana las cosas trabajando las valora más.
“Así mismo es el sueño, si tú te esmeras y trabajas por él, pues claro que lo vas a valorar cuando ya lo alcances y ahí si lo vas a querer de verdad”
Finalmente reconoce que lo más bonito es tener la satisfacción de decir: “Yo lo hice, yo fui el que lo logré, con mi esfuerzo y mi trabajo, por medio de mi fe que todo lo mueve así”, concluye, mientras no deja de señalar que su relación con Dios es poderosa, lo que le infunde todos los días, nuevas fuerzas y nuevas esperanzas.