Félix no tenía tiempo
¿Quién era en realidad ese “excelentísimo” gobernador, Félix, de quien nos hablan los capítulos 23 y 24 del libro de los Hechos de los apóstoles? Gracias a él, en el país se disfrutaba de una gran tranquilidad, dijo el orador Tértulo elogiándolo interesadamente.
Aunque la historia lo presente como inmoral y sin escrúpulos, se mostró tolerante y abierto con respecto al apóstol Pablo: lo escuchó con benevolencia, ordenó que le dejaran un poco de libertad y que no impidieran a ninguno de los suyos servirle. Pero, puesto en contacto con la verdad por medio del apóstol, dijo a Pablo: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré” (Hechos 24:25).
No era un opositor ni un burlador. ¡No, en él había cierto interés por su prisionero, quien lo impresionaba, pero no tenía tiempo para escuchar el mensaje del Evangelio! No quería rechazarlo definitivamente, pero su conciencia se resistía, pues no quería ir a la luz. Por eso dijo: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad…”. ¿Llegó ese momento?
Félix trataba de ser popular, y al dejar su puesto de gobernador de aquella provincia, dejó a Pablo en la cárcel sin un verdadero motivo, para agradar a los judíos. Sus intereses políticos ahogaban la voz de su conciencia… Perdió voluntariamente el momento favorable, el “día de salvación” (2 Corintios 6:2).