El envejecimiento de nuestro planeta: ¿mito o realidad?
Por:Adriana García
Recientemente dos conocidas revistas, cada una por su parte, interesantemente publicaron un artículo dedicado a analizar el futuro demográfico del mundo. De ambas, el encanecimiento del planeta y el decrecimiento de las tazas de natalidad en el mundo surgieron como dos importantes cuestionamientos en un mundo de por sí ya atribulado con problemas de guerra, desastres naturales y crisis económicas.
Phillip Longman, autor del libro La Cuna Vacía, afirmó en su artículo Envejecimiento Global, que en la mayoría de los países desarrollados y no desarrollados se está experimentando el envejecimiento de su población a niveles imprecedentes; que la urbanización es un factor que está contribuyendo a la disminución de la natalidad, desde que los hijos son una especie de lujo cuando se refiere a su manutención; y que influencias tan simples como la televisión, donde se sugieren vidas lujosas sin hijos, añadidos a programas gubernamentales y mayores oportunidades de trabajo para las mujeres, están provocando el decrecimiento de los niveles de natalidad en el mundo.
De acuerdo con estadísticas de la División de Población de la ONU, se estima que en los siguientes 40 años la población mundial se acrecentará de 6.9 billones de personas a 9.1. Sin embargo la población global de niños menores de 5 años sólo alcanzará 40 millones, mientras que la de las personas mayores de 60 años será de 1.2 billones.
En varios países de Europa y Medio Oriente, el promedio de hijos por familia ya es de 1.70, un número menor al necesitado para sostener una población. Para Asia las predicciones no son más favorables, pues medidas como el aborto selectivo han contribuido a la disminución de la población femenina.
Para los Estados Unidos, aún cuando se estima un crecimiento relativamente mayor al comparado con el de otros países, se reconoce que la principal razón de su crecimiento poblacional será debido a su migración legal e ilegal, aún cuando se estima que tal ingreso de gente al país ha disminuido a 300 mil personas anualmente.
Irónicamente, Longman proyecta que en un plazo relativamente corto, Estados Unidos podría estar compitiendo por adquirir más inmigrantes, en vez de construir muros para evitar que entren. Finalmente, acierta que debido a los actuales problemas de obesidad y sedentarismo en la población estadounidense de edad mediana, es posible esperar una próxima generación de viejos inhabilitados lo que podría constituir una pesada carga económica.
Por su parte, Nicholas Eberstadt, consejero del Buró Nacional de Investigación Asiática, señala en su artículo Futuro Demográfico, que el envejecimiento de la población mundial y su estancamiento están generando preocupación principalmente en los países occidentales, especialmente en Europa y Japón. Estas presiones demográficas, según Eberstadt podrán evitarse sólo si los gobiernos toman las medidas necesarias para cambiar sus actuales condiciones laborales, estilos de vida, prácticas económicas y políticas gubernamentales. Afirma que la reducción en las tazas de natalidad, en el tamaño de las familias, así como la caída en la fertilidad podrían derivar en el decrecimiento de la población trabajadora del mañana y en el envejecimiento de la población mundial.
Para Eberstadt, la predominancia económica de las economías más fuertes del mundo determinará los patrones de crecimiento en los siguientes 20 años. China, India, Japón, Rusia, Estados Unidos y el oeste de Europa experimentarán un deterioro en sus niveles de natalidad, dependiendo en muchos casos, como el de Rusia y Alemania, sólo de su migración local. Los Estados Unidos crecerá en un 20% entre el 2010 y el 2030, es decir en 60 millones de personas, contándose entre éstos a 30 millones de inmigrantes.
Al respecto, Eberstadt destaca como una parte negativa de este país, su resistencia para darle continuidad a la migración y enfrentar los nuevos problemas que implica la absorción de este grupo poblacional en su vida cotidiana. Finalmente, advierte que los costos asociados con el incremento de la población vieja implicarán un alta carga para la deuda pública en todos los países.
Ambos analistas concluyen que la solución para revertir este oscuro escenario radica en la atención que los gobiernos mundiales presten a dichas proyecciones. Entre algunas medidas sugieren mayor educación, más trabajos de medio tiempo para las mujeres que les permitan fortalecer su rol maternal, dietas más sanas y el regreso de valores más tradicionales que pongan a la familia como el centro de la dinámica social. Phillip finaliza su artículo con una atinada frase común: ‘los bebés son una inversión, no un condena.