Dice Rosbin Rustrian: “Quiero ser el primer campeón guatemalteco”
Por: Rafael Navarro- ENG.
Con 19 años, 5 pies 5 pulgadas y 118 libras, que lo acomodan perfectamente en el peso Pluma de su categoría Rosbin Rustrian no vacila en reconocer que su país Guatemala –desde donde fue traído a Estados Unidos cuando solo tenía cuatro— aún no ha podido dar un campeón mundial de boxeo, y él, quiere ser el primero.
Su decisión es tan firme como su convicción de que solo por medio del deporte los jóvenes pueden lograr salir de muchos de sus problemas a los cuales los enfrenta la sociedad actual y por los cuales muchos terminan claudicando en sus estudios y en sus carreras profesionales, pero él quiere hacer la diferencia.
Su padre es chofer de taxis y su madre trabaja en limpieza, es el mayor de 3 hermanos y sus aspiraciones deportivas no tienen nada que ver con su otro propósito en la vida, y es el de convertirse en un consejero financiero, para lo cual ya tomó clases básicas durante un año en Georgia Gwinnett College, de donde debió retirarse para trabajar y ayudar un poco con la economía familiar.
Las penas se van cuando estoy boxeando
Rosbin estudiaba en la escuela de Cross Kyes donde, según él mismo lo cuenta, se rodeó de malas influencias que lo comenzaron a apartar del estudio, a revelarse contra sus padres y a hacer cosas que no estaban bien, por eso a los 16 años su padre decidió inscribirlo en clases de boxeo para que de alguna manera desfogara todas aquellas energías de una manera positiva.
“Cuando comencé las clases de boxeo, empezó otra etapa en mi vida”, dice Rustrian, porque a pesar de que su padre ya lo había vinculado en otras actividades recreativas y deportivas desde pequeño, ahora descubría una disciplina en la que tendría la oportunidad de hacer carrera y poder no solo darle un título a su país sino motivar a jóvenes como él que en un momento de sus vidas se salen del sano propósito que sus padres les han inculcado.
“Ahora sé que lo que hacía antes de entrar al boxeo estaba malo y no me servía para nada, hasta me hubiera hecho perder la escuela”, recuerda. Pero no fue así, porque junto con los entrenamientos llegó también el cambio de escuela de tal suerte que sus estudios secundarios los concluyó en la escuela de Doonwoody sin mayores contratiempos.
Su sueño de ser campeón y darle esa satisfacción a su familia y a su país es tal, que para su entrenadora Terry Moss, Rosbin es uno de sus alumnos más avanzados y disciplinados.
“Él sabe verdaderamente lo que hace” dice Terry, mientras junto a su pupilo practican unos golpes estratégicos de ataque, defensa y contraataque en el ring del gimnasio ubicado en Northeast Plaza.
“Cuando hago esto, siento como que todo lo del mundo se va…es lo único que pienso cuando estoy boxeando, las penas se van, los pensamientos se van…”
Quiero ayudar con el buen ejemplo
Rosbin nunca entró en detalles sobre el tipo de problemas en los que llegó a estar inmiscuido cuando su padre decidió ponerlo a hacer algo distinto a lo que había hecho hasta ese momento, pero no duda en advertir que él puede ser un buen ejemplo para otros chicos, porque sabe lo que ellos sienten, cuáles son sus problemas y cuáles pueden ser las alternativas para cambiar sus vidas en algo más productivas.
Su anhelo de ser campeón se cifra no solo en darle a Guatemala su primer título mundial y hacer felices a sus padres como él mismo lo dice, sino en ser un canal de inspiración para miles de jóvenes que tienen mucho talento pero no lo saben enfocar en actividades productivas.
“Cuando sea profesional quisiera ayudar a todos los jóvenes que tienen problemas en casa o en su escuela, para que logren sus metas y salgan de la pobreza”, dice y va más allá.
“Quiero tener un gimnasio también, para que muchos de ellos tengan donde ir y se sientan bienvenidos, sé que muchos hacemos cosas que no están bien por experimentar y por inexperiencia”, y eso es porque, según sus propias palabras, los chicos no entienden lo que está bueno y lo que está malo.
Rosbin ha realizado hasta el momento 10 combates de los cuales ha ganado 8 por knockout y dos por decisión, pero sobre uno de éstos últimos dice tener sus dudas, de todos modos, desde ya, este chico se siente un campeón, al haberse sobrepuesto a las malas influencias, al tener una historia que contar y compartir a jóvenes que como él han transitado alguna vez por el camino equivocado.
“Ellos necesitan saber que lo sano no necesariamente es aburrido, y que las consecuencias finales de nuestras malas decisiones son solamente dos, la cárcel o la tumba…así es en la vida real”, señala.